sábado, 19 de diciembre de 2009

Con "un gatoenterito" en el estómago (limonada alcalina)

Mi suegro era único contando anécdotas. Cada vez que nos reuníamos ya fuera junto a un fuego en invierno, o en la terraza, en verano, siempre acabábamos muertos de risa con las cosas que nos contaba.
Una vez, (bueno, muchas veces en verdad porque nos encantaba que las repitiese) nos contó que el marido (o el hijo, no recuerdo) de una señora que vivía por aquellos montes se había puesto enfermo y que fue al médico. Al poco tiempo mi suegro se la encontró y le preguntó por él: "¿Se puede usted creer, Miguel, lo que nos ha dicho el médico? que tiene un gatoenterito en el estómago y que por eso tiene tantos vómitos y diarrea".
¡Ay, Dios mío!, sí, un gatoenterito en el estómago, pues así estamos en casa ahora mismo. Empezó Paloma el jueves por la tarde. Hoy, somos Santiago, Germán y yo; todavía quedan dos por caer, pero esto promete, seguro que no se libran. Menos mal que es cuestión de un día, que si no...
Así que aprovecho para poner la receta de algo muy práctico para estos momentos, la limonada alcalina. Ya sé que hay bebidas de estas isotónicas o como sea que se pueden tomar a cucharaditas en estos casos; pero yo prefiero hacerla de manera natural.

Ingredientes:
- 300 ml de zumo de limón
- 600 ml de agua
- 1/2 cucharadita de café de sal
- 1 cucharadita de café de bicarbonato
- 3 cucharadas soperas de azúcar.

1. Ponemos a hervir 5 minutos el agua y mientras vamos exprimiendo los limones.
2. Cuando el agua esté templada añadimos el resto de los ingredientes y removemos bien.
3. Tomar a sorbitos pequeños o a cucharaditas.

Espero que nos sirva. A mí no me gusta nada, pero a Yago no le parece tan malo, acostumbrado como está a los caramelos estos como el escalofrío.

Y lo del gatoenterito en el estómago, la verdad es que la mujer no iba tan desencaminada, porque nos sentimos como si lo tuviéramos de verdad.

martes, 24 de noviembre de 2009

Tutoría de padres



Tutoría de padres. Viene la madre de Julia para ver qué tal va su hija. Julia estudia 4º de secundaria, pero está a punto de cumplir 18 años. Es muy buena chica, cariñosa, amable, educada... pero no da un palo al agua. Ya, si tiene que volver a repetir será en un centro de adultos y eso no lo quiere ni oír. No obstante sigue en las mismas.
Hablamos su madre y yo. Tutoría de una hora y media. Después de mucho contarle lo poco que hace su hija, le llega a ella su turno de explayarse. Familia desestructurada, enfrentamientos entre padre y madre, hijos de por medio... Ya la tutoría deriva en los problemas personales de la madre de Julia. Dios, qué sola está para que esté contándome todo esto. Nos hemos visto por el colegio en muchas ocasiones, y llevo varios años dando clases a sus hijos; pero es la primera vez que hablamos cara a cara. Me abre la puerta, me coge de la mano y me mete en su vida privada. Habla, ríe, llora... y yo allí, al principio un poco sobrepasada, rígida; pero poco a poco esta mujer tan cariñosa y tan expresiva y tan necesitada me va haciendo tomar partido. Me relajo, la comprendo y me gustaría ayudarla, pero es muy difícil; son temas muy complicados. Lo más que puedo hacer es aconsejarle algunas pocas cosas para que Julia vaya mejor. Para ella es más que suficiente. El simple hecho de que yo vaya a hablar con Julia y el simple hecho de que ella se haya desahogado con una extraña, le hace sonreírme con agradecimiento sincero.
Ojalá Julia apruebe el curso, lo digo de corazón.

Sé que hace tiempo que no traigo un plato a la entrada. Hoy cena fría de coca de anchoas. Viene más gente de la cuenta y hay que preparar algo que llene y que valga para un regimiento. Hago la masa de la coca, muy parecida a la de la pizza. La amaso (a mano, que la Thermomix vuelve a estar tonta), le paso el rodillo (me encanta esto), la estiro y hala, imaginación al poder. En este caso, anchoas, salsa de tomate natural, aceitunas negras, aceite de oliva y orégano. Muy apropiada para este verano tan largo.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Beni


Hoy en la entrada de nuestra finca una cabra ha parido tres chivitos: Curro, Bienvenida y Regalito. Es increíble la naturaleza animal. Al poquísimo tiempo de nacer ya estaban las tres cabras en pie buscando a su madre. Ay, los pobres, ¡mala madre los parió! y nunca mejor dicho: en cuanto el bicho pudo, se alejó de ellos sin acercarles la teta que tanto anhelaban. El cabrero, Miguel, nos comentó que son muchas las cabras que hacen eso, por lo que tiene que sacar p'alante a los chivitos con biberones.
Nos fuimos a comer (un arroz buenísimo que había preparado la estanquera de Vallecas) y por la tarde los niños le llevaron unos biberones que ya no nos servían. Miguel ordeñó a una cabra y les dio de comer a los chivitos, a quienes les supo a gloria la tetina de caucho.
Yo me subí a casa y dejé a los niños (ufana de mí) con Miguel y las cabras. Al rato llegaron.¿Solos? nooooo, que va, traían a Bienvenida en brazos. Miguel había insistido en que nos la quedásemos, que él no podía cargar con tanto chivo hasta su casa y que le hacíamos un favor, además, otra cabra había parido también.
Madre mía, y aquí está. Al final se va a quedar como Beni porque Bienvenida nos parece demasiado largo. Es adorable, qué cosa más tierna. Reyvindiko es el que se encarga de darle los biberones. Es para verlo.
Los niños están entusiasmados con la idea de la cabra. Ha costado trabajo hacerles entender que no la pueden tener en su cuarto; ni siquiera dentro de la casa. ¡Son tan inocentes! Ya están haciendo planes para las navidades: dicen que quedará preciosa delante del portal de belén, ¡ay, cómo son!
Pero la que sí que está sobreexcitada es Chiara, la perra. Se ha vuelto como loca y sólo quiere estar con la pobre Beni, pero, claro, le hace daño. Así que tenemos al chivo dentro de un cobertizo, a salvo de perros y niños (Germán también tiene su peligro).
Y nada, que éramos pocos y parió la cabra, como se suele decir. Agradeceré cualquier consejo que me podáis dar acerca de las cabras. No tengo ni idea. Ya me veo, yendo de paseo al parque con los niños, la perra y la cabra.
Bueno, os deseo un feliz domingo. Ya os contaré las peripecias de la pobre Beni en Costilla Beach.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Pepelu



6 de noviembre de 1991, 17:30, mi padre muere. Desde entonces creo que no hay una sola hora de mi vida en la que no haya pensado en él. Lo lloré, aunque no demasiado. Quizás no era consciente de lo para siempre de la situación.
José Luis, Pepelu para muchos, era un hombre querido por todos los que le rodeaban. Fue impresionante la cantidad de gente que asistió a su funeral, por supuesto toda la familia y amigos, pero también un número bien importante de alumnos, antiguos alumnos y padres.
Amable, cariñoso, gracioso, simpático, guasón, chistoso y un poco pícaro, generoso, amigo de sus amigos y también de los que no lo eran, esposo ejemplar y padre, muy padre. Realmente era así. Diecinueve años me supieron a poco y es precisamente ahora cuando más de menos lo echo. Cuánto me hubiera gustado tenerlo a mi lado el día de mi boda y que hubiera conocido a mis hijos. Pero quiso Dios que no fuera así. Él tenía otros planes para mi padre y un infarto de corazón nos lo arrebató para siempre.
Desde ese momento empecé a tener noción de lo inevitable de las cosas. Conforme su vida se escapaba de su cuerpo, después de su último aliento, mi único deseo era robarle su alma al aire y volverla a su sitio; pero no mirarlo vencida, sin poder hacer absolutamente nada por evitarlo.
Aceptación, resignación, no nos quedaba otra salida. Aprender a integrar su ausencia en nuestras vidas. Duro, pero él nos enseñó tantas cosas que sin quererlo nos preparó para cualquier situación. Aunque no a mi madre. Ella todavía es incapaz de hablar de él sin llorar. Parte de su alegría y de sus ganas de vivir se fueron con él.
Hoy, dieciocho años después, me parece mentira el hecho de que dentro de un año lleve tanto tiempo sin él como con él; que esta ausencia se haya hecho mayor de edad. Las ganas irrefrenables que tengo de verlo, de hablar con él, de sentirlo y olerlo, me dejan una tristeza en lo más profundo de mi pecho. Dicen que el tiempo todo lo cura; pero no es cura en verdad, es costumbre.


martes, 27 de octubre de 2009

El tatuaje





Aquí os presento el tatuaje de Reyvindiko. Es su brazo derecho, de verdad, no es broma. El cambio de edad le ha sentado así, ¿qué le vamos a hacer? Todavía quedan tres hechos más para empezar a preocuparme, ya lo dije en la entrada anterior: el gimnasio, Monica Bellucci y el pelo engominado (esto último, sin ánimo de cachondeo).
Bueno, pues os explico, se trata de la cruz de San Benito. Esta cruz tiene de particular que es la que se usaba y se sigue usando en los exorcismos. Cada serie de letras corresponde a las iniciales de una oración en latín para expulsar al diablo.
Empezando por las cuatro letras en cada ángulo de la cruz, dice así: Crux Sancti Patris Benedicti (Cruz del Santo Padre Benito); paso ahora a la cruz central: Crux Sacra Sit Mihi Lux (Mi luz sea la cruz santa), Non Draco Sit Mihi Dux (No sea el demonio mi guía). El semicírculo derecho dice: Vade Retro Satana (¡Apártate, Satanás!) Numquam Suade Mibi Vana (No sugieras cosas vanas); y el izquierdo: Sunt Mala Quae Libas (Pues maldad es lo que brindas) Ipse Venena Bibas (Bebe tú mismo el veneno).
El De paso de debajo no está en la cruz, pero creo que necesita poca explicación ¿no?
Original, ¿verdad? Cuando me empezó a hablar del tatuaje ya me lo veía yo con el legionario Amor de madre, o el dragón chino, o algo más moderno, como el nombre de los cuatro niños en chino o en celta. Supongo que este último le resultaría tentador, pero claro, ¿y si viene un quinto o un sexto? sería poco práctico, yo en el paritorio y él en el tatuador (aunque bien pensado me sentiría acompañada en el dolor).
No sé qué sorpresa me espera en el futuro. No quiero pensar lo que se tatuará dentro de diez o quince años (de verdad que no quiero ni pensarlo).

Un beso a todos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Reyvindiko cuenta uno más




El lunes pasado fue tu cumpleaños, taytantos, como la mayoría. Lo malo de cumplir años en lunes es que al final tu día pasa sin pena ni gloria; pero claro, siendo hombre como eres, y en estado ascendente en años, como estás, pues el día pasó finalmente con más pena que gloria. La noche lo salvó, quizás. Me refiero a la charla, al vino, a mis judiitas verdes, ¿verdad?
Aquel dicho famoso del anuncio <<no pesan los años, pesan los kilos>>, ja ja, casi me lo creo. Tú no estás gordo y, en cambio, los años sí que te pesan. Tienes una visión muy negativa del paso del tiempo. A mí me da miedo; a ti te angustia. Será que yo soy mucho más simple que tú y me consuela el mal de muchos; sin embargo, lo que no me consuela nada es ver que el paso del tiempo no trata a todos por igual, pero esa es una cuestión aparte.
Los argumentos que me fuiste dando te los fui desmontando uno por uno, eso sí, quizás gracias a la elocuencia que puede dar una buena copa de vino. Pero sé que en tu cabezota siguen todas esas ideas rebotando como pelota dentro de una maquinita de pinball. Eres hueso duro de roer, y lo que en mí se transformó en elocuencia, en ti, creo que fue más bien atontamiento.
En fin, empezaré a preocuparme realmente por ti cuando te apuntes a un gimnasio, hables en exceso de Monica Bellucci, y te pongas gomina en el pelo. Esto último me preocupará especialmente. Mientras, tú ya sabes que la m va detrás del 7. Feliz cumpleaños, aunque con unos días de más.

Y como no, he intentado traerte uno de tus dulces favoritos, para que soples tus velitas. Se trata de un pío x: brazo gitano relleno de crema y bañado en coco rallado. Prometo receta, que es muy facilito y siempre entra bien.
Besos a todos.
(Lo de prometo receta se está convirtiendo en algo habitual, ¿verdad? pero luego nunca la pongo).

martes, 29 de septiembre de 2009

Pido perdón a mis hijos


Pido perdón a mis hijos por darles una vida normal; por no ser madre soltera; porque sus padres viven juntos bajo el mismo techo que ellos y no tenemos intención de separarnos; porque no somos inmigrantes; porque no estamos en paro; porque ni su padre ni su madre está en la cárcel; por no ser heroinómanos.

Les pido perdón, aunque ellos no lo entiendan, porque están en desventaja ante todo aquel que sufre alguna de las desgracias arriba mencionadas; porque pagamos nuestros impuestos para darles un bienestar a algunos en detrimento del nuestro propio; porque no podrán optar a los beneficios que la administración parece solo reservar para aquellos; porque estarán siempre los últimos en puntos para entrar a un buen colegio, público o concertado, o una guardería concertada, porque nosotros tampoco nos podemos permitir pagarlos privados.

Siento mucho no ser políticamente correcta con esta entrada. Tampoco nunca he pretendido serlo; además me revienta lo políticamente correcto ya que lo veo más bien como hipócritamente correcto. La discriminación ¿positiva?, vaya nombrecito de marras. Me avergonzaría que por el simple hecho de ser mujer tuviera alguna ventaja a la hora de encontrar un trabajo con respecto a un hombre. Eso de llenar cuota, como que no me va demasiado. Nunca sabría realmente si ocupo un puesto merecido o si en verdad soy una botarate (quizás debería decir botarat@) que no sabe hacer la O con un canuto, como hay tantísimas por ahí.

En fin, no voy a continuar con este tema porque realmente quema la sangre de cualquiera. Al final, todos acabamos comulgando con ruedas de molino y punto-pelota.

Menos mal que pongo una nota dulce: de nuevo mi sácher. Esta vez la hice para el santo de Paloma, ¿bonita, verdad?

martes, 22 de septiembre de 2009

Ikeadicts


Ikea. La primera vez que tuve noción de ese nombre fue en una revista de decoración. Ikea. Tan lejano e inaccesible, que me creé mi Ikealand. Cuando abrieron uno en Sevilla, casi enloquecí. Y allá que nos fuimos, mi cuñada y yo, con una Seat Alhambra solo con los asientos de delante. Un día entero en Ikea, ay, Dios mío, cuántas cosas cabían en la parte de atrás. Le dimos dos vueltas enteras a la tienda, una antes de comer y otra después. ¡Qué dos carros llenamos! Supongo que si alguien se fijó (como hace mi hermano) en qué llevábamos en el carro, pensaría "y eso para qué les servirá" o "vaya si han comprado tonterías estas dos". Y en verdad es así, no voy a decir que no. Y encima, nos devolvieron los dos euros del desayuno, ¡cómo son!
El caso es que hace dos años nos abrieron un Ikea en Málaga. Me resisto a ir, porque no puedo evitar consumir de todo; siempre lleno la bolsa amarilla y el carro después. No me puedo resistir a repetir cocacola, ni a las albóndigas suecas (que luego me dan ardores y se me repiten), ni a los muffins con trozos de chocolate (mi perdición).
Siempre que voy con mi querido Reyvindiko, tenemos una frase que no se nos cae de la boca: estos suecos. Y es que realmente es así. ¿Cómo se las han ingeniado para colocarnos una forma tan distinta de comprar? Aquí, de siempre, se ha ido a una tienda de muebles y nos lo han dado todo; es más aún, nos lo han llevado todo y nos lo han instalado todo. El do-it-yourself se nos ha impuesto de una manera bárbara, desde el mismo momento en que sucumbimos a retirar nuestra bandeja del MacDonalds. Bueno, pues en Ikea, ya es el súmmum del yo me lo guiso, yo me lo como. Y luego te lo justifican todo con esos carteles tan a lo sueco, con los que te explican por qué no encuentras a nadie que te ayude en la tienda, por qué te tienes que romper la cabeza buscando lo que compras en ese pedazo de almacén, y ya, el colmo, por qué tienes que pasar tú mismo lo que compras por el escáner y pasar directamente la tarjeta.
Y luego está el tema de los nombrecitos que tienen los productos. Cuando miras esas etiquetas o, simplemente el tíquet de compra y ves que has comprado una Flytta, un Patrull, alguna Erslev y una Pöang, por ejemplo, no te hallas ni de coña.
En fin, Ikea, qué invento. A las mujeres se nos suele ver contentas, a los jóvenes también; pero a los típicos señores mayores que no saben en qué mundo se han metido, se les queda una cara que es un poema, y encima, que ni se les ocurra salirse de las flechitas, entonces ya, prácticamente hay que quedarse allí a vivir.
No obstante, que conste, que me encanta ese sitio; que me lo paso bomba, aunque no puedo evitar venirme cargada de trastos que seguramente no utilizaré.

Y cambiando el tercio, no tengo que decir que no estoy cumpliendo los propósitos, ¿verdad? Bueno, en verdad algunos sí, ¿eh? Y es que no doy para mucho más. Hasta estoy desganada en la cocina, aunque parezca mentira. Es por eso que hoy traigo algo sencillo y rápido de hacer (con mi nuevo amanecer, claro). Se trata de un sorbete de mango, que como dicen que el otoño viene calentito pues para que nos refresquemos y no engordemos demasiado. Tan solo lleva mango, azúcar (100 g para 1/2 kg de mango) y un limón. Pues eso, hasta la próxima. Besos.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Propósitos




... y pensaba yo <>

Nada más lejos de lo que ha sido. Incluso en los meses de máximo trabajo durante el curso he podido sacar un huequito para tener mi espacio internáutico y ahora, con tanto tiempo libre pues apenas he podido hilar más de dos entradas.

Y es que el verano con una casa grande, con cuatro niños y perra, y con tanta gente por aquí yendo y viniendo, pues eso, que resulta imposible sacar ese ratito para una. Porque, para mí, este blog es eso: algo mío y para mí, y si encima lo leen otras personas pues mil veces mejor.

Por ello, quiero utilizar esta entrada para poner en ella los propósitos que me hago para este curso, ya que, como dice mi amiga Marga, el año no empieza en enero, sino en septiembre con la vuelta al cole.

Y sin más preámbulos paso a enumerarlos:
1. Escribir al menos dos entradas semanales en el blog.
2. Visitar las bitácoras que me gustan y publicar recetas en el foro de mis amigos.
3. Corregir los exámenes en menos de una semana después de hechos.
4. Levantarme antes para no llegar tarde al trabajo.
5. No gritar por las mañanas ni en el coche.
6. Tener una vida más ordenada.
7. Leer más.
8. Perder algunos kilos (ya me quedan 5)
9. Hacer ejercicio.

En fin, con hacer todo esto me conformo. Algunos puntos sé que serán difíciles de conseguir, especialmente el 4 y el 5, ya que hay que estar en el colegio a las 8.15 con cuatro niños. No creo que consiga el 5. Y del 8 y el 9 (especialmente este último) ya me estoy riendo. Pero bueno, todo se andará, como se suele decir, ¿no?

En mi cocina hoy os presento mi pastela, por eso de la alianza de civilizaciones (jaja). Me trajo mi cuñada la masa de Marruecos y quedó estupenda, difícil de partir, pero muy rica.

Sigue pendiente mi entrada sobre La Rioja y otras muchas cosas que quiero contar, pero tiempo, ¿vale? dadme tiempo para todo.

Feliz semana. Espero que os haya gustado la canción.

domingo, 16 de agosto de 2009

Kyara




Como vulgarmente se suele decir éramos pocos y parió la perra. Pues eso, familia numerosa, abuela incluida (no diré nada de la de Vallecas ;)), y encima, decido tener perro. Ese fiel amigo del hombre y de la mujer (Bibi, no te me enfades) que nos saca las vergüenzas del jardín, ya que su principal tarea es la de buscar y rebuscar qué no debe coger para romperlo y ensañarlo. Esa es Kyara.

Un cruce de labrador con no sé qué, algunos me dicen que con mastín. Nació el 15 de abril, así que en el día de la Asunción cumplió sus 4 primeros meses de vida; aries, si es que en los perros los horóscopos aportan alguna característica. Lo que sí es cierto es que con mi otro aries, Yago, se lo pasa pipa. Creo que comparten algo más que horóscopo.

Los niños, especialmente, están encantados. Una vez superados los primeros miedos, excepto Paloma, que aún le guarda un distante respeto, no paran de jugar con ella. Victoria, especialmente, con sus tres añitos, es la que más tiempo pasa con Kyara. Tanto es así que ayer mismo la vimos rascándose la oreja con el pie y lamiéndose la rodilla, el brazo y el torso; lo de andar a cuatro patas, ladrar, jadear y mover el culo fingiendo un rabo sobra que lo diga.

La tenemos desde el 26 de julio, por el santo de Santiago, y ya es parte de esta casa de campo. Se lo pasa bomba y le tenemos ya mucho cariño. Reyvindiko era el que más pegas ponía, pero en cuanto le vio esa mirada de andaquieremeyverascomodefiendotucasaytugentecuandocrezca, o lo que tan bien representa la mirada de lástima del gato de Shrek 2, no pudo negarse. Y ahí van los dos. Para Kyara, Reyvindiko es el jefe indiscutible de la manada. Yo soy la mami, lo tiene clarísimo y compite con el resto de los cachorros por mis mimos y comiditas.

... Y os preguntaréis que qué horas son estas de escribir, pues bien, mañana, vamos hoy, celebramos mi santo y el de Paloma, así que estaba terminando de cocinar: tartaleta rellena de trufa. Prometo receta, foto y un cachito mandado por Seur, si es que llega.
También prometo entrada riojana, ¿eh? que no lo he olvidado. Es solo que el espíritu zen ya se me ha pasado.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Just like starting over




Me gusta mucho esta canción de John Lennon, Como volver a empezar. Y es que, aunque nuestra vida juntos sea tan maravillosa y tan especial, alguna vez hay que buscar esos momentos y esas razones por las que nos enamoramos hace ya algunos años.
Así que, ni cortos ni perezosos, mañana mismo nos vamos a la Rioja. Todo está perfectamente organizado: tías, abuelas y tatas para cuidar a los niños; la nevera rebosando de comida; películas para sobrellevar las sobremesas del calor de Málaga; chucherías para endulzarles algunos momentos más amarguillos... Todo, todo preparado.
Mañana nos llega por fin ese respiro que tanta falta nos hace. Amo a mis hijos con locura; me encanta la vida que llevo; pero necesito un kit-kat.

Our Life together is so precious together
We have grown - we have grown
Although our love is still special
Let's take a chance and fly away somewhere alone

It's been too long since we took the time
No-one's to blame, I know time flies so quickly
But when I see you darling
It's like we both are falling in love again
It'll be just like starting over - starting over

Everyday we used to make it love
Why can't we be making love nice and easy
It's time to spread our wings and fly
Don't let another day go by my love
It'll be just like starting over - starting over

Why don't we take off alone
Take a trip somewhere far, far away
We'll be together on our own again
Like we used to in the early days
Well, well, well darling

jueves, 30 de julio de 2009

Bailando con... golondrinas




Vivir en el campo, para mí, urbanita de toda la vida, tiene más ventajas que inconvenientes. La tranquilidad, la ausencia de vecinos, ruidos, coches, humos, olor a basura, cucarachas (muy importante), y un largo etcétera, han hecho que mejore, y mucho, mi calidad de vida.
Que estoy muy sola, cierto; que la casa y sus alrededores tienen mucho trabajo, cierto; que a todas horas hay problemas técnicos de averías, cierto. Pero aún así, me compensa y me recompensa esta vida.
La fauna que puebla los alrededores de mi casa es muy variada: arañas de varios tamaños, ciempiés, insectos varios, ratones, ratas (no son frecuentes pero a veces suben), lagartos, lagartijas, camaleones, culebras, salamanquesas; mamíferos comunes, como perros y gatos, que vienen a ver lo que pillan, erizos, zorros (vive una pareja cerca de casa), conejos y liebres. Pero lo que más me gustan son las aves. Como se sienten seguras, anidan cerca de casa las perdices y es muy bonito verlas en primavera con una tropilla de veinte perdigones. También hay cuervos, mochuelos, búhos y lechuzas, patos, gorriones, mirlos, verderones, jilgueros y muchos más que no recuerdo y otros cuyos nombres no conozco. Luego, dependiendo de la estación del año, vienen por aquí aves migratorias. Ahora mismo, en verano, tenemos los abejarucos, que tienen un colorido precioso, y claro, como no, siguen por aquí los vencejos y las golondrinas.
Las golondrinas, ah las golondrinas. Me encantan. Para mí hay algunos animales que me parecen sagrados, y en especial las golondrinas y los delfines entran en este grupo. Son tan curiosas y juguetonas. Les gusta mucho remojarse en la piscina y es para verlas, con qué agilidad lo hacen. Además no les importa que se estén bañando los niños; no se cortan una pluma. Les gusta el agua, y lo mejor para el calor pues es darse un remojón. La otra tarde estaba yo regando, y cuando alejaba el chorro de agua, aprovechaban para pasar por él y refrescarse.

Son unas compañeras de piscina excelentes, aunque claro, a veces cae alguna al agua y no consigue salir. Siempre me da lástima cuando se van en otoño, se echan de menos.

Y bueno, como ya he dicho, el campo tiene sus inconvenientes. Sin ir más lejos, el otro día preparé una tarta sácher para el santo de Yago, y ya veis, vinieron los marditos roedores. Menos mal que eran de mazapán y estaban riquísimos.

martes, 21 de julio de 2009

Niña de piel canela



Tengo una niña de piel canela y ojos de azabache que me tiene loquita. Por supuesto que el amor de madre está detrás de todo esto, pero yo creo que cualquiera que la conozca pensará igual. Quería escribir sobre ella. Me hubiera gustado hacerle un poema; pero una no está muy ducha en poesía. Así que simplemente hablaré de ella.
Siete años, vivaracha, alegre, juguetona, zalamera, ingeniosa... graciosa como ninguna. Paloma tiene una personalidad que se lleva a todo el mundo de calle. Nadie queda indiferente cuando la conoce. Sabe bien qué tiene que decir o qué tiene que hacer para no pasar inadvertida.
Muchos dicen que se parece a mí; pero no, ya quisiera yo tener su desparpajo.
Coqueta como ninguna. Con menos de dos años reunía dependientas del Corte Inglés para ver cómo se pintaba los labios, y sin espejo ni nada. Claro, hacía tanta gracia que nos veníamos cargadas de muestras y regalitos. Ella contenta y yo más. Y es que le gusta tanto haber nacido mujer que la feminidad se le desborda por todos sus poros. Desde muy pequeña se manejaba con los tacones perfectamente. No tenía más de año y medio cuando se me escapaba en tacones y todo monte arriba por los alrededores de La casa de campo. ¡Menuda destreza!
Sensible y enamoradiza. Aunque le cuesta y no siempre lo consigue, intenta serle fiel a su novio de Madrid, Rafa, al que solo ha visto una vez. Pero el amor, ¿quién lo controla? Cuando viene, viene y hay que torearlo como buenamente se puede. Recuerdo una vez que lloraba y lloraba porque se había enamorado de un dibujo animado. La pobre, descubrió muy pequeña lo que es el amor platónico.
Y en la cocina, como no, se maneja también de maravilla. Le encanta meterse en berenjenales. Se pone su delantal, coge su banquetilla, y venga, a preguntar y a cocinar. Le gusta realmente y le satisface, como buena cocinera que será, preparar cositas para que los demás disfruten. Ya me ha dicho que cuando sea mayor heredará mi Thermomix, jaja, no se lo cree ni ella.
Pero tiene un carácter, ay, qué carácter. No hay quien la doblegue. Eso es bueno, lo sé, pero ahora mismo mi misión es hacerle ver que tampoco puede ella imponer su voluntad sobre los demás, especialmente en su hermano mayor, Yago. En fin, me espera con ella una adolescencia en la que sufriré, me arrugaré y me saldrán más canas aún, pero intentaré estar lo más preparada posible.
En definitiva, es cautivadora. Tiene tema de conversación con cualquiera; se adapta perfectamente a las circunstancias; es positiva, muy optimista, always look at the right side of life, turu, turutururu. Y la quiero con locura.

Y como estoy hablando de Paloma, pues hoy traigo algo que ella me ayudó a hacer. Unos Doowaps, riquísimos. Me encanta este tipo de meriendas, especialmente en verano. El pan, muy blando, muy suave, y encontrarse en cada bocado con unas perlitas de chocolate.
Y la canción también ha sido su elección, Wake me up inside. Ella la llama la canción de la que se cae, por referencia al vídeo musical. Pues ahí está, para ti que sé que te gusta.

jueves, 16 de julio de 2009

Lo que nunca seré



Ya con mis taytantos años asumo que hay ciertas cosas que nunca lograré hacer ni ser, a pesar de que me habría gustado.

De pequeña todo aquello que veía en la tele me gustaba: quería ser patinadora artística sobre hielo, nadadora a lo Esther Williams, claquetista, cada vez que veía una película de Fred Astaire y Ginger Roger. Incluso quise ser Arconada en el mundial de Naranjito allá por el 82. Quería ser todo aquello que me impresionaba.

Ya con un poco de menos seso, en la adolescencia, pues seguía interesada en las cosas que me fascinaban. Recuerdo especialmente el gusto por el baile moderno de escuela. Incluso llegué a enterarme de dónde había una academia de baile a lo Flash Dance en mi ciudad. Y nada menos que el Ballet Sum, que salía en el Un, Dos, Tres. Por suerte para mí, no pude entrar.

Menos mal, que en esa época, me encantaba cómo pronunciaba inglés la profesora que tenía por entonces. Eso sí que me enganchó, y por eso sí que luché. Tanto, tanto, que hasta hice la carrera de Filología inglesa, y me gano la vida con ello.

Pero aunque ya zanjé el tema de mi profesión, hay muchas cosas que quedaron en el tintero, la mayoría allí quedarán para siempre:
- violonchelista
- cantante
- bailaora
- florista
- sumiller y enóloga
- pintora (de cuadros)
- modista
- atleta
- extranjera de un país muy lejano
- alta y delgada
- Audrey Hepburn
- y otras muchas cosas.

Ya digo, la mayoría de estos anhelos pues quedarán como suspiros perdidos. Intentaré, sin embargo no proyectar esos deseos de lo que yo no fui en mis hijos, aunque es inevitable ver que tienen destreza para determinadas actividades. Pero ese es otro cantar.

Y como en verano se da mucho lo del picoteo informal os traigo unas galletas saladas muy, muy ricas.

Por cierto, felicidades a las Cármenes, que por aquí hay muchas y todas muy guapas, en especial felicito a mi sobrinita, sobrina-nieta, he de decir. Besos.

sábado, 11 de julio de 2009

Motivos para levantarme cada día



1. La dulce mirada de mis hijos (esa vale por 4 motivos).
2. Sus sonrisas (estas valen por otros 4).
3. El beso de Reyvindiko y su abrazo cuando me hace el café.
4. Las tostadas y el café.
5. La ganache de chocolate.
6. El helado de limón.
7. Hacer pan y disfrutar del olor mientras se hornea.
8. Una copa de vino tinto.
9. Una película con el cañón en el jardín, bajo las estrellas.
10. El olor de la dama de noche.
11. Invitados a cenar.
12. Que Germán (mi peque) me coja la cara y me mire a los ojos.
13. Los caramelos de cereza.
14. Que alguien conteste a mis entradas en el blog.
15. Un masaje en los pies y en las piernas (mientras vemos Dexter).
16. Cantar a toda voz en el coche.

... Con Reyvindiko hay muchos más motivos, pero no para levantarme.

Sigo sin Thermomix, pero veis que no está entre mis preferencias, tampoco el cojín de masajes (¿eh?). Así que os traigo algo que también es muy fácil de hacer entre fogones, la ganache clásica. Apta para cualquier bizcocho, galleta, brownie, o... los dedos de la mano.

martes, 7 de julio de 2009

Eleftheria Arvanitaki




Como dije en mi entrada anterior, ayer fui al concierto que dio en Málaga esta maravillosa cantante griega, Eleftheria Arvanitaki. Si hiciéramos un ranking con voces femeninas del momento, creo que a ella la situaría en primer lugar. Todas sus canciones te mueven por dentro de una manera u otra. A veces, el ritmo acompasado de las olas del mar griego, mecen tu alma al son de una nana cantada por ella; otras veces, la fuerza de sus canciones te impiden permanecer sentado y te hace vibrar por dentro y por fuera.

Eleftheria yo creo que nació para estar en lo alto de un escenario. Sencilla y divina a la vez; elegante y siempre joven; sabe bien cómo meterse al público en el bolsillo. Además, le gusta que la gente participe acompañándola en sus canciones, con palmas y bailes, pidiéndole canciones y hablando con ella. En fin, se ve que está a gusto allí arriba.

La entrada fue con algunas de sus canciones más conocidas, Meno Ektos, Ti Leipei, Tis kalinichtas ta filia y otras. Luego pasó al disco nuevo, Mírame, con algún tema en español y una versión en griego de una copla española, La cárcel de oro. Estuvo estupenda.

Al final del concierto, yo creo que duró casi las tres horitas, la gente se negaba a dejarla marchar. Los hicimos salir varias veces al escenario. Y es que esta mujer se entrega por completo a su público. Dynata, con toda su fuerza, gente de todas las edades bailando en el teatro, toda una experiencia para el oído y el espíritu.

Si no la conocéis, buscad algo de ella, os la recomiendo. Es por ello que hoy, en lugar de una comida, os pongo un vídeo suyo. Además, ando un poco mustia sin la Thermomix, que me la están poniendo a punto (snif, snif).

lunes, 6 de julio de 2009

De gallina galáctica a hermoso cisne de cuento


La verdad es que hay que ver lo que pasamos las mujeres a veces para estar bellas. La belleza es tan importante que nos solemos dejar una pasta gansa y no nos importa ni siquiera el sufrimiento físico para conseguirla (por cierto, me voy a encender el aparato de la cera, no os vayáis). A pesar de lo que piensa Reyvindiko al respecto, a la mayoría nos gusta estar bellas para nosotras mismas. No hace falta que ningún maromo nos alabe lo guapas que somos, o que estamos, aunque siempre nos gusta que nos lo digan.

Para vernos guapas hay ciertos puntos que no nos pueden fallar. El primero de ellos es la depilación. ¡Mira que son feos los pelos donde no tienen que estar! Es que incluso aquellos que no se van a ver parecen que te hacen desmerecer lo arreglada que vayas. Además, nunca se sabe lo que puede pasar. Empezando por la cabeza, las cejas y el bigote. Unas cejas bien depiladas te hacen el 70% del maquillaje en los ojos, es más, a veces no hay ni que pintárselos. Y del bigote ya ni hablemos, las Wifredo ya no están de moda. Seguimos bajando y axilas e ingles fuera, aunque llevemos manga larga y no vayamos a la playa; si vamos arregladas, cualquier pelo que no esté en la cabeza debe salir inmediatamente (lo de que he encendido la cera es en serio, ¿eh?). Las piernas, fundamentales, es que hasta cuando una se mete en la ducha le sube la autoestima si está bien depilada.

Seguimos con los pelos, pero ahora los de la cabeza. Debo confesar que hace un año o así me empezaron a salir algunas canas. Al principio pensé llevarlas con dignidad, ea, hay que aceptarse tal cual una es. Pero la verdad es que pensando, pensando, ¿para qué voy a aguantar tener canas si no me gustan? Si me gustaran, pues vale, pero aguantarme porque sí, pues no la verdad. Pues nada, vamos a la peluquería a hacernos esclavas del tinte. Menos mal que Loli, mi peluquera, es muy sensata y me dijo que era mejor empezar por unas mechitas rubias, que como yo siempre he sido muy rubita pues que me iban a quedar muy bien. Loli, lo que tú digas. Y aquí llega la conversión en gallina galáctica: te ponen un gorro de plástico como los de natación llenos de agujeritos por los que van sacando mechones de pelo con un punzón. ¡Qué dolor! ¡Y qué dolor de cabeza luego! Mientras tienes el gorro con el tinte tus pensamientos se centran en rezar para que no haya un cataclismo y tengas que salir de la peluquería con esa pinta- Dios mío, que no pase nada. Pero al cabo de una hora y un lavado de cabeza con el que mudas hasta el pellejo del cuero cabelludo, quedas como la misma Aurora de la Bella Durmiente. ¡Qué cabeza! ¡Qué melena!

La ropa es otro factor superimportante. Por mucho que digan que aunque la mona se vista de seda, mona se queda yo siempre añado que prefiero ser mona en seda que simplemente mona. Aquí, ya solo debemos tener en cuenta el gusto y estilo personal, lo que nos vaya bien, y la ocasión. Así que en la ropa no me meto. Ah, y no debemos olvidar la ropa interior. Tengo una amiga que siempre dice que hasta para bajar al mercado lleva la ropa interior conjuntada ya que nunca se sabe si puedes tener un accidente y qué van a pensar los de la ambulancia y los médicos que te vean.

Por supuesto, hay que usar complementos: collares, anillos, pulseras, pendientes, un cinturón, un bolso bonito (por cierto que no tengo), un abanico coqueto, coleteros, chales y demás. A veces te visten más los complementos que la misma ropa.

Cosméticos y maquillaje. Una piel limpia, hidratada y cuidada, hace tanto. Yo no soy muy de pintarme ya que tengo, gracias a Dios, muy buen color. Ya me puedo estar muriendo que el color no se me va de las mejillas - algo bueno tenía que tener. Pero reconozco que hay que cuidarse y que usar buenos cosméticos ayudan y mucho. Aurora, cielo, qué maravilla de ampollas, rejuveneces, te iluminas y pareces que se te sube el guapo y todo. Y luego, la piel lista para recibir el maquillaje. No me pinto mucho, pero un poco de rímel, una sombra muy suavita y un toque en los labios, y me quedo genial (jaja ;))

Y por último, el perfume. Para mí, el perfume habla por uno. Si vas de noche, si sabes que habrá plan, algo intenso pero que no aturrulle a los otros. De día, para el trabajo, algo fresco, de flores o afrutado (me gustan los cítricos). Y para cualquier ocasión, Ysatis de Givenchi, huele a limpio y a fresco, me gusta.

Menudo rollo os he soltado. Os echo de menos, pero no tengo tiempo para nada. Y ahora os dejo, que me voy a arreglar para esta tarde. Me voy al concierto de Elefteria Arvanitaki, ya os contaré.

Y como hablamos de estar bellas, en la cocina también. Una dacquoise de chocolate. Suave, ligera y de chocolate, ideal y divino de la muerte. Besos y perdonad que no sea una asidua bloguera.

jueves, 2 de julio de 2009

Dacquoise de chocolate


Os recomiendo esta dacquoise para una merienda muy especial. Se trata de un dulce muy ligero y delicado. Servido con té, o limonada bien fría ahora en verano, hará una merienda muy refrescante.
Ingredientes
- 50 g de almendra molida
- 250 g de azúcar glas
- 50 g de cacao en polvo (yo uso Valor)
- 1 cucharada rasa de harina
- 6 claras de huevo
- 1 pizca de sal

Elaboración
Precalentar el horno a 180º.
Tapizar el fondo de un molde (de unos 25 cm de diámetro) con una hoja de papel vegetal o silpat.
Colocar un colador de malla fina encima del recipiente grande y verter en él la almendra molida, la harina, 200 g de azúcar y el cacao (si lo hacemos en Thermomix, ponemos todos estos ingredientes y programamos unos segundos en vel. máxima). Tamizamos estos ingredientes.
Montamos las claras a punto de nieve con la sal. Cuando las claras estén muy consistentes, les añadimos el resto del azúcar.
Añadimos ahora la mezcla del cacao a las claras con movimientos envolventes.
Vertemos la preparación en el molde y alisamos la superficie.
Horneamos unos 17 ó 20 minutos (según el horno).
Dejamos enfriar sobre una rejilla. Una vez frío, la decoramos con azúcar glas.

miércoles, 1 de julio de 2009

Ganache de chocolate clásica

Una de las mejores coberturas de chocolate que he probado. Me encanta caliente sobre el brownie y el helado de vainilla; para bañar bizcochos simples (genovés); para rebañar con la cuchara.... todo un lujo para el paladar. Si os sobra no la metáis en la nevera. Aguanta un par de días a temperatura ambiente y gana en su sabor (eso si os dura...)

Ingredientes
- 150 g de chocolate negro o de cobertura.
- 100 g de nata líquida.
- 15 g de mantequilla

Llevar la nata a ebullición. Apartar del fuego y añadir el chocolate troceado. Mezclar hasta obtener una pasta homogénea e incorporar la mantequilla. Remover bien hasta que esta desaparezca.

Se le puede añadir a la nata hirviendo 1/2 cucharadita de canela en polvo y u cucharada sopera de agua de azahar.

Guirlaches de chocolate


Los guirlaches, una auténtica delicia de chocolate y frutos secos. Se trata de unas pastitas hechas con claras de huevo, muy suaves al paladar y exquisitas si el chocolate es bueno. Si además las rellenamos de una ganache de chocolate clásica, son orgásmicas, con perdón.

Ingredientes
- 250 g de azúcar
- 125 g de almendras molidas
- 125 de avellanas molidas
- 60 g de cacao en polvo
- 4 claras de huevo.

Preparación
1. Precalentar el horno a 210º.
2. En un recipiente grande, mezclar el azúcar, la avellana molida, la almendra molida y el cacao.
3. Añadir las claras de huevo sin montar y mezclarlo todo bien con unas varillas.
4. Con una cucharilla, poner montoncitos de pasta sobre una hoja de papel sulfurizado, colocada sobre una bandeja de horno.
5. Hornear unos 7 u 8 minutos y dejar enfriar sobre una rejilla.

sábado, 27 de junio de 2009

Bye, bye



Quisiera hoy hacer una entrada despidiéndome de dos mitos de mi infancia y juventud. El primero, Farrah Fawcett; el segundo, Michael Jackson. No voy a entrar aquí a hacer ninguna valoración sobre sus vidas privadas, entre otras cosas porque nunca me han importado ni un pimiento. Pero sí tengo que decir que para mí, cada uno de ellos, marcaron una época.

Los Ángeles de Charly, creo que fue la primera serie de televisión que realmente me gustaba y que la veía no porque fuera lo único que había (para eso ya estaba La casa de la pradera), sino porque me entusiasmaba. Yo de mayor quería ser como Jill (Farrah), Kelly o Sabrina (esta no me parecía tan guapa, pero sí la más inteligente). Qué cosas, ¿verdad? Recuerdo que entre las amigas, en el colegio, jugábamos a que éramos los ángeles de Charly, y nos encantaba imaginar un montón de aventuras interminables, por cierto, como casi todos los juegos de niños.

De Michael Jackson, ¿qué voy a contar? Yo fui una de las tropecientas personas que vibramos con el estreno del videoclip Thriller en esa Nochevieja del 83, creo, y que como lo repetían al día siguiente estuve esperando para volverlo a ver. Para mí y supongo que para muchos, ese fue su mejor álbum. Lo tenía grabado en tres cintas para no perderlo. Ese verano mi hermano Germán me llevó de camping y yo llevaba mi radiocasette a todas partes con la dichosa cinta de marras. Ni siquiera me molesté en llevar otra cinta, por lo que la gente acabó de mí y de Michael Jackson hasta los mismísimos laureles.

Ya no he seguido mucho más su carrera, aunque casi todo lo nuevo que oía de él me gustaba bastante. De adolescente, me gustaba leer todo lo que publicaban de él en las revistas estas juveniles, casi todo mentira, pero entonces me valía. Y ya digo, sin entrar en lo personal, Michael Jackson fue un eslabón fundamental para la música de nuestra época.

Y ahora, después de esta escapadita, me voy a seguir haciendo cosas. Hoy no pongo foto de comida, porque esta entrada me ha pillado desprevenida. A ver si luego cae otra cosa, mariposa.


martes, 23 de junio de 2009

De zorrona a consentida


Entrada dedicada a mi queridísimo Reyvindiko.

Hoy me gustaría contar una historia de celos, infidelidades y un final feliz. Se trata de una historia real que he sufrido en mis propias carnes (como exageradamente decimos por aquí abajo).

Todos conocéis cuál es el vínculo que nos une a Reyvindiko y a mí, y por si alguien no se ha dado cuenta - persona poco observadora, diré que se trata de mi marido.

Reyvindiko es entre otras muchas cosas, una persona que cuando algo le apasiona se aplica a ello con total dedicación. Fotografía, coches, carpintería... son temas que van y vienen en su vida, llenando conversaciones interesantes y haciéndome partícipe de ellos.

Pero existe una cosa que le apasiona tanto que jamás ha podido apartar de sí: el ordenador. Por desgracia, su gusto por todo lo que se pueda hacer con un ordenador me excluía a mí de sus horas de ocio. Internet, programación, nuevos sistemas operativos... uf, demasiado. Pero, sobretodo juegos. Y aquí es donde siempre han venido los problemas. Al principio yo me ponía de esposita modelo y buena, el pobre, anda y que juegue, total tendrá que disfrutar. Pero el problema es que el pobre no tenía límite. Podía quedarse absorto, jugando horas y horas y más horas. Si yo no estaba en casa, es que ni comía: una lata de maíz y un trozo de salchichón. Claro, de ahí que pasara de el pobre a la madre que lo parió (una auténtica santa a la que quiero con locura, conste), es que ni siquiera me contesta, es que ni me mira, es que ... nada de nada. Desesperante.

Ya empecé a llamar al ordenador la zorra. Realmente lo tenía compartido: por un lado yo, y por otro un simple código binario de ceros y unos con el que no podía competir. Yo pensaba, si fuera otra mujer estaríamos en igualdad de condiciones y podría pelear por lo mío; pero, ¿cómo puedo luchar contra un enemigo que no conozco?

Las broncas eran de órdago. Y al final siempre acababa dándome la razón y borrando los juegos. Pero tarde o temprano se volvía a las andadas.

Sin embargo un día, cambió de tercio y decidió llevarme a su terreno. ¿Cómo? Pues muy fácil: me compró mi primer portátil, y me compró. Fue como el chiste en el que un matrimonio entran a un restaurante y se encuentran con un amigo común acompañado de una mujer que no era la suya. La esposa le pregunta que quién era esa que acompañaba a Fulanito, a lo que el marido le contesta que es su amante. Ella se enfada muchísimo y dice todo tipo de lindezas hacia el amigo común. Cuando están cenando llega una muchacha guapísima y le pregunta al marido que dónde se ven esa noche. En tu apartamento, contesta él. La mujer, alucinada, pregunta que quién era esa. Mi amante, dice él. Ella enloquece por completo. Le dice de todo, le pide el divorcio, vamos hecha una fiera. Entonces él le recuerda todo lo que tiene gracias a él y de todo lo que se tendría que despedir si se separaba de él: el yate, los viajes, las joyas, etc.... Ella, finalmente, respira hondo y le dice "¿a que nuestra amante es más guapa que la de Pepe?"

Pues eso, como iba diciendo, si no puedes contra tu enemigo, únete a él. Hemos encontrado un equilibrio perfecto. Cada uno está en su ordenador. Incluso hay veces que si nos tenemos que decir algo nos lo decimos por email. En serio. Pero no me importa. Ahora yo también disfruto de mis ratitos a solas con mi MacBook, mi pequeño gigoló.

Y como postre, una refrescante tarta de limón. Muy ácida la crema y muy dulce el merengue. Fría, fría, de la nevera. Un postre delicioso para el verano.

Un beso y feliz fin de semana.

domingo, 21 de junio de 2009

Moraguitas de San Juan



Cuando era bastante más joven, en verano, lo que más nos gustaba hacer eran moragas. Era genial desde la preparación hasta el momento en sí del disfrute. Nos reuníamos unos días antes con un café o té y un bizcocho y hacíamos la lista de las cosas a llevar. Siempre empezábamos igual: comida, bebida y útiles. Lo primero y lo segundo siempre lo llevábamos a rajatabla; ahora, con los útiles siempre la fastidiábamos, especialmente la linterna, por lo que había que ir a las cañas a hacer pis a oscuras. Y allá que nos íbamos la tropa al completo al Pryca a comprar.
Lo primero que hacíamos, nada más llegar a la playa, y aún con la luz del día era buscar leña para el fuego. Mientras, otros preparaban la sangría, con mucha frutita, que es muy sana (jaja). Madre mía, qué sangrías nos hacíamos. Cuando veíamos que alguno ya estaba un poco de aquella manera, nos dábamos un baño en el mar y se nos pasaba, y ala, a seguir con la juerga.
Los pinchitos, las costillas, los filetitos metidos en pan, hummm, qué rico, y todo hecho al fuego. Y luego a cantar con la guitarra y a seguir bebiendo: Stand by me, Clavelito, Triste y sola, Every breath you take, La abeja Maya, Mazinger Z... jaja y luego a degenerar. Por entonces, nos acompañaba un amigo, Pelu, que era el alma de la fiesta: se sabía todas las canciones que nos gustaba cantar a las niñas y siempre proponía buenos brindis, por lo que el que estuviera a su lado acababa mal la noche (la sangría es traicionera).
Había algunos juegos que siempre nos gustaban: mamá gallina y la ameba. Este último es un juego de mucho contacto físico: todos nos dábamos la mano en una fila; el primero empezaba a hacer un rollito hasta que quedaba un amasijo de gente y había que hacer lo que mandara el núcleo. Al final, todos por el suelo muertos de risa. Por supuesto otros juegos más clásicos no nos faltaban, como la carrera de caballos y el salto de longitud. Eso sí, todo muy sano y con muy buen rollo, lo más era la sangría y el que fumara cigarrillos. 
No necesitábamos más: buena gente, una guitarra y ganas de divertirse. Cuando la cosa decaía era el momento de darse un paseíto por la playa con el novio: darse un bañito, un besito saladito y... y ya está, que somos mu decentes.
Cuando empezaba a clarear por el horizonte, era el momento del café, el bizcocho y las galletas. Ains qué rico y qué bien sentaba.
Una vez que se hacía de día, a recoger toca. Os aseguro que jamás dejamos rastro de nuestra juerga, tan solo, la basura en los contenedores.
Es una pena que ya no se pueden hacer moragas así. Están prohibidas y son muy perseguidas. De todas formas, creo que no conseguiría aguantar ya la noche entera. 

Y os traigo hoy una cena fría. Se trata de unos bollos (suizos o bollos de leche) horneados con salchichas y queso, con hamburguesa y con chooocooolaaateee. Resultan estupendos para las cenas de verano.
Un beso y felicidades a los Juanes y Juanas. 

miércoles, 17 de junio de 2009

La lavadora



Puede que muchos de vosotros penséis que esta entrada no es seria. Que quizás de llevar tanto exámenes corregidos y tantas chorradas leídas se me ha contagiado un poco o un mucho de la atontaera de la ESO. Otros pueden pensar que simplemente estoy chalada por mí misma, con todo mi mérito. Pero el tema que os traigo hoy ha sido muy meditado y comprobado.
¿Alguien sabe quién era Alva Fisher? No, no miréis en la Wikipedia porque no viene. Alva Fisher fue el inventor de la lavadora mecánica, la abuela de la que conocemos y tenemos en casa. Hasta aquí todo conforme.
Pero yo creo que la lavadora fue en realidad un invento rebote: este señor, ingeniero norteamericano, investigaba en verdad para otros fines. Quería inventar: la máquina del tiempo, y le salió una lavadora.
Esta afirmación la vengo madurando desde hace varios años. Pero especialmente desde que mi prole ha crecido tanto, puedo afirmar que en temas lavanderos tengo mucho que opinar. Todo mi quebradero de coco llegó con los primeros calcetines desparejos. Vamos a ver, si no están en la lavadora, ni en la secadora, ni en el cajón, ni los he tendido, ni nada de nada ¿dónde están? (sí, también he mirado detrás del cesto de la ropa sucia). Y ni que decir tiene, que cuando me empecé a encontrar calcetines que no me sonaban de nada, por poco me vuelvo loca.
Así que esta es mi teoría: la lavadora es una máquina del tiempo. Funciona al centrifugar, si no, no hay problema. Hay veces que las prendas van al pasado, y esas no las encontraremos más; otras, en cambio, viajan a un futuro más cercano (de los del present continous with future sense) y en un par de lavados, los tendremos de nuevo de vuelta. Una vez, me pasó que me encontré un calcetín de niño que no me sonaba nada: está claro que había viajado al pasado, y como todavía no lo había comprado, pues me dejó descuadrada, ¿cómo ha llegado esto a mi lavadora? 
También a veces es una faena cuando se te cuela una prenda blanca en un lavado de color. Yo tengo especial cuidado con no equivocarme y no mezclar la ropa; así que cuando me lo encuentro es otro de esos casos de salto en el tiempo.
En fin, hoy mismo me he encontrado en la colada un jersey de invierno ¿qué narices hace esto aquí si hace dos meses que quité esta ropa de en medio? Está claro, se quedó en un agujero negro suspendido donde no existe ni el espacio ni el tiempo hasta que ha regresado a su mismo sitio, pero dos meses más tarde. 
Así que si hay algún científico, ingeniero o lo que sea, que me pueda dar una explicación lógica a todo lo que aquí expongo, le estaré muy agradecida. Asimismo, si alguien ha sufrido experiencias similares, sería bueno compartirlas y no tener la sensación de que estamos locos ni majaretas (expresión muy malagueña). ¿Qué buscaba realmente el señor Fisher? Quien sabe, pero desde luego le debemos que por lo menos aparezca en la Wikidedia, ¿no?

Y en mi cocina hoy vamos a hacer pasta. SSMM los Reyes Magos de Oriente, me trajeron esta maquinita (sin viajes temporales ni nada, bien sencilla ella) para hacer pasta. Me encanta saber que cuando como pasta lleva sólo harina y huevos (bueno y esta en concreto tinta de calamar). 
Un beso y hasta la próxima. 

martes, 9 de junio de 2009

sexualidad en los jóvenes



Más información nunca se ha podido manejar. Más medios, tampoco, y todo al alcance de la mano. Los padres, jactándose de ir de amigos de sus hijos. En cambio, creo que nunca ha habido más desconocimiento, más ignorancia ni más descontrol.  Adolescentes embarazadas, enfermedades que estaban desaparecidas, violencia de género entre gente muy, muy joven. ¿Qué es lo que pasa? ¿Se está dejando este tema al libre albedrío? ¿Es un afán de los padres pensar que sus hijos son maravillosos (que no lo niego) y que desde luego esta entrada no va con ellos? 
Los jóvenes de nuestros centros de secundaria, e incluso de primaria, utilizan la sexualidad de manera frívola, desenfrenada, totalmente fuera de control y lo peor de todo, sin tener ni idea de lo que hacen ni de las consecuencias que esto puede traer.
Yo soy tutora de secundaria, de 4º, y doy también clases en bachiller. Los alumnos tienen conmigo más o menos confianza, así que me cuentan muchas cosas de las que hacen, porque realmente necesitan a alguien que ellos consideren adulto pero cercano para que se les aclare las ideas. Por desgracia, muchos padres no están a la altura de la circunstancias (ojo, habrá que verme a mí como madre cuando me llegue la hora); otros, sí, y eso se nota en los hijos.
Dejándose llevar por lo que leen en revistas juveniles disfrazadas de revistas musicales pero que son pseudopornográficas, ya tildan de mojigata a la que no quiere tener sexo oral con el primer pelagatos que se le presente. Se escandalizan, sobre todo las chicas, de la masturbación, ni siquiera la quieren entender como una manera de satisfacer tu curiosidad (claro, a muchas no les hace falta), y les parece una auténtica cochinada. Ni que decir tiene que la masturbación masculina sí está bien contemplada, es la de las chicas la que le parece una asquerosidad. Bueno, y hablar de temas como la homosexualidad, mejor no escuchar lo que tienen que decir. Hay tanta contradicción entre lo que esta sociedad quiere aparentar y lo que hay en realidad. 
Como podéis ver, de una manera totalmente solapada, estas niñas de entre 11 y 18 años están totalmente sumergidas en un machismo del que difícilmente podrán escapar. Antes si la sociedad era machista era porque la educación, la sociedad, la familia, lo imponía de una manera directa. Se ha luchado mucho para que la situación sea distinta. Y ¿cuántas generaciones han podido "disfrutar" de esa otra forma de ver la vida? ¿una, dos, puede que cuatro? No sé. A mí me enseñaron mis padres y en mi colegio que una mujer valía tanto como un hombre y que no puedes colgarte a uno y depender en todos los sentidos de él. Supongo que como a la mayoría de los que me lean. Aquí cabe poca discusión. Pero el problema de esta generación de ahora es que conceptos como la dignidad, el respeto y el amor han desaparecido de su lista de cosas a tener en cuenta para salir con alguien. Lo ven en la tele, lo dicen sus canciones, lo pone en las revistas que compran, lo viven en internet... todo se ha impuesto de manera natural y dentro de su medio, por lo que a ver cómo se saca eso de sus molleras.
En fin, no quiero parecer pesimista, pero es que en este tema la verdad es que lo soy. Esto hay que levantarlo desde la educación y la familia. La primera, como institución, está ya fuera de servicio; la segunda... 

Y bueno, como acabo en tono amargo, os endulzo la entrada: chocolate, qué bueno y cuánto lo necesitamos las mujeres, ¿verdad? Yo creo que está en la condición de ser mujer. Me regaló mi Reyvindiko un libro de recetas de chocolate por nuestro aniversario, una maravilla. Y de él saqué estas guirlaches rellenas de chocolate. Prometo receta, de verdad (aunque sé que lo he dicho antes). Un besazo.

P.d. Me he puesto a dieta (sin comentarios). 

domingo, 7 de junio de 2009

La intención es lo que cuenta



Cuando Reyvindiko y yo nos casamos hace ya ..... ¿13 años? ¿o 12? a ver, del 97, ah, vale 12, pues eso, que cuando nos casamos vivíamos en una casita de 57 m2 en un pueblo de la provincia de Málaga, Alhaurín el Grande. Allí estuvimos 5 años más felices que nada. Era una casa muy pequeñita pero que nos llenaba plenamente (y cuando empezaron a aparecer los niños, la llenamos hasta los topes). Allí todo estaba perfectamente claro: yo trabajo, tú trabajas, pues la casa es para los dos (en cuestiones de limpieza, me refiero). Recuerdo especialmente a la vuelta de la luna de miel un día en el que acabábamos de terminar de almorzar y yo me levanté para fregar los cacharros. Entonces, Reyvindiko, como caballero valiente que se ofrece para matar al dragón, me dice: tú eres mi reina y aquí no vas a fregar ni un solo plato. Yo feliz, me volví a sentar pensando en el chollo que me había tocado (habría besado a mi suegra en ese mismo instante). Durante varios días, yo veía cómo mi amorcito, con más o menos ganas, no me dejaba tocar un plato. Al mes ya teníamos lavavajillas.

Cuando nos vinimos a la casa que veis en la foto, que es como dos o tres veces más grande que la anterior, y con mucha más gente viviendo en ella, las cosas cambiaron. Me costó muchísimo tiempo y muchísimos berrinches darme cuenta de que lo primordial no era compartir el mismo trabajo, sino que cada uno tuviera asignadas determinadas tareas. Me explico: esta casa tiene mucho trabajo tanto dentro como fuera, y no se puede estar en todo. Así que lo mejor era que yo me dedicara a la casa de puertas para dentro y él de puertas para fuera. Claro, aún así la cosa no quedaba del todo equilibrada porque en invierno apenas había que hacer cosas fuera, mientras que el ritmo de la casa es el mismo en verano como en invierno.

Bien, pues llegamos a la operación de Reyvindiko que coincide con el comienzo de la temporada de piscina. Es evidente que me tengo que encargar yo. Mi hermano Germán se ofreció con gusto a hacerlo (gracias hermano, te quiero), pero yo, mujer orgullosa que quiere demostrar que soy capaz de manejar la depuradora de la piscina (¡¿?!) pues le digo: No, tú vienes y me explicas cómo funciona. Y allá que nos fuimos a la jungla, yo con mi libreta y mi boli para tomar notas. Me hice hasta un croquis con toda la maquinaria de la dichosa depuradora. Todo lo tenía clarísimamente apuntado. Solo faltaba ponerme manos a la obra.

... Y por fin llegó el momento. Bajo sola a la depuradora. Libreta: repaso las notas y empiezo. Estooo, aquí no me cuadra bien, no estoy segura, a ver si fastidio la máquina con el pastón que cuesta. En fin, al final: ¿podrías venir a ver si lo estoy haciendo bien? Es que no sale agua por donde supuestamente tiene que salir. No sé cuántas veces se ha quedado atascado y ha habido que bajar una y otra vez. Ha sido todo un engorro. Y tengo que decirlo, después de una limpiada de piscina le he dicho a Reyvindiko: Mañana compramos un robot para la piscina. 

Y entre una cosa y otra pues he hecho unos crackers. Estaban muy buenos con un buen paté, y con hummus ya es lo más. Esta receta es de Canelona, una chica que hace unas cosas que quitan el sentío. Son fáciles de hacer y están muy buenos. Tengo que poner la receta, lo sé os lo prometo que mañana la pongo. Ahora voy a ver una película. 
Un beso y feliz semana. 

sábado, 6 de junio de 2009

Todo un señor


Hoy he vivido una situación que me ha recordado un anuncio de hace ya mucho tiempo. El anuncio en cuestión era de una crema antiarrugas. En él había una serie de personas en una fiesta y una mujer le decía a su marido: "Mira esta es Fulanita. Íbamos juntas al colegio", a lo que él contestaba: "Vaya, por ti no pasan los años", y la otra se quedaba con cara de póquer y empezaba a usar la Cursivacrema en cuestión. 
Pues bien, como el equipo de balonmano de Yago, mi hijo mayor, ha quedado subcampeón de Málaga, hoy hemos tenido la entrega de medallas  y copas, y allí estaba ella, una de mis compañeras de colegio: mi amiga tal (no digo su nombre), tan guapa y estupenda como siempre. Claro, presentaciones al canto tocaban: estos son mis niños, estos son los míos, hay que ver cuánto tiempo, ¿sigues en contacto con gente?, etc, etc. Y entonces entra en escena mi marido, al que le digo: "Yo creo que ya os conocéis, ¿no?" Y él dice dudando: "No, creo que no". Pero yo, que soy mujer y voy más allá de lo que me quieren hacer ver a simple vista, sé lo que pasó rápidamente por su cabeza: "Si digo que me acuerdo, ella va a pensar vaya, qué buena memoria tiene para las mujeres bonitas, así que mejor digo que no y ya está".  Después de eso, los presenté y punto.
No te enfades conmigo Reyvindiko, hiciste lo más oportuno, dijiste justo lo que tenías que decir. Las mujeres somos muy susceptibles, especialmente cuando vamos con cuatro hijos, sin arreglar porque no ha dado tiempo, y de pronto te encuentras con una de tu misma edad en mejores condiciones físicas, aparentemente, porque tampoco sé cómo estará de salud la muchacha.
Y como sé que te gustan mucho, te traigo unos caracoles de nocilla. Insisto, no te enfades conmigo, a lo mejor me he equivocado, pero tampoco me importa. Ya no voy a cambiar la entrada, además, tienes la oportunidad de dar tu opinión en un comentario y lo estaré esperando con impaciencia.
Besos para todos y para ti un 7 y una m.

jueves, 4 de junio de 2009

Mi hemmano



Hoy quiero hablaros de mi hermano mayor, José Juan. Aparte de él tengo otro, Germán, pero de él os hablaré otro día. Esta entrada es para mi hemmano, porque lo quiero mucho, porque me ha enseñado mucho y porque al pobre mío le han quitado hoy la vesícula, y necesita mucho mimito (que ya se lo da su mujercita, pero yo también desde mi rinconcito). 
Es curioso pero apenas tengo recuerdos de él de niño, claro, es que nos llevamos 10 años y mejor así, porque si recordara las perrerías que me hacía en mi más tierna infancia posiblemente no estaría escribiendo esta entrada para él. Y es que mi hemmano me odiaba de pequeña; yo creo que realmente hubiera preferido que yo no hubiera nacido, y no lo culpo, los pobres (ahí entran los dos) tuvieron que aguantar que mi madre pasara los nueve meses de embarazo metida en cama para no perder al bebé (yo) y su dieta se basaba únicamente en huevos fritos acompañados de patatas Paco (fritas de paquete), ya que mi padre era lo único que sabía cocinar. Por este motivo, cuando yo nací, ni siquiera quisieron venir a conocerme; para ellos yo era la invasora y los pobres lloraban y lloraban desconsolados metidos en un rincón de la casa.
Los años restantes, según me cuenta mi madre, no fueron muy tranquilos que digamos. Yo, admiraba a mi hemmano, lo seguía a todas partes y me encantaba estar con él. Él, en cambio aprovechaba mis despistes para ponerse unas máscaras terroríficas, de hombre lobo o algo así, y me llamaba con vocecita de Reyes, ven y toma no sé qué, a cuya llamada yo acudía contentísima porque era mi hemmano el que me llamaba. Y haaalaaa, como yo tenía la apnea del llanto, me quedaba con los brazos vueltos y los ojos en blanco sin poder romper a llorar. No se ha llevado collejas el pobre por este motivo. La verdad es que de esas caretas, aún guardo un remoto recuerdo y mira que yo era pequeña.
Luego, durante algunos años nuestros caminos no se cruzaban mucho. Yo dejé de acudir a sus macabras llamadas y empecé a jugar con muñecas (Nancy y Lesly - la prima de la Nancy) y él, con melena y pantalón vaquero, a pesar de las protestas de mi madre, se metía en su cuarto a escuchar música. Su mundo de entonces era todo un misterio para mí: una habitación llena de libros y discos de vinilo, y las paredes empapeladas con autógrafos de actrices y actores de aquella época (sobre todo los ángeles de Charly, jaja, la morenita del pelo corto era tu preferida). Yo ya intuía que mi hemmano era todo un personaje pero qué lejos estaba de mí.
Cuando yo llegué a mi adolescencia fue quizás cuando más nos unimos: los viernes por la tarde y los sábados por la mañana, al Franju (el vídeoclub) a alquilar la peli de miedo y la de risa para después (ah, y la de tetas para el otro, jajaja). Los viernes por la noche, veíamos el Un, dos, tres; hay que ver qué mal nos caía la Mayra esa, y qué bien lo pasábamos cuando se llevaban la calabaza. Pero a veces, en lugar de ese rollazo, pues me ponía La clave, y la peli, anda medio la aguantaba, según cual, pero el coloquio ... que tenía 12 años, por Dios.
Recuerdo también con mucho cariño de esa época que me dejaba ir a su habitación a escuchar discos, al principio los suyos y los de mi otro hermano y poco a poco los míos propios. Me encantaba poner el tocadiscos a todo volumen y bailar para las fotos de la pared. 
De ahí en adelante, mi hemmano siempre ha estado y está a mi lado. Y eso es un lujo, porque es un tío cojonudo, motero hasta la médula, sabio en sus consejos, cariñoso, cachondo, ingenioso, y bueno, podría seguir diciendo alabanzas hasta que cerraseis la página de aburrimiento (si no lo habéis hecho ya), porque no hay espacio suficiente para hablar de mi hemmano. Solo hay una cosa en la que no es muy bueno: en hacer figuritas talladas en jabón y otras manualidades, ¿verdad? Pero no se puede ser perfecto. 
Iba a contar muchas más cosas, pero si se tercia lo haré en otra entrada (Mi hemmano II), hijo, es que tú das para mucho. Y bueno, espero que te haya gustado el vídeo que te he puesto, sé que seguro que sí. También espero que te guste el puchero que te he llevado y el pan, ya sabes, nada de chorizo ni morcilla, eh? Y bueno, aunque sé que te gusta mucho el brownie, hoy para variar quiero dejarte unas napolitanas que empecé a hacer estando tú en mi casa pero que no castaste porque te dio la prisa por irte. No sé si recordarás que le dimos muchas vueltas a la masa para ver cómo se hacían, pero al final salieron de muerrrrte. 
Un beso muy fuerte y que te mejores.

martes, 2 de junio de 2009

Sigo viva, después de todo



Son demasiadas las tareas que ocupan mi tiempo. Ya ni siquiera puedo hablar de tiempo libre. La convalecencia de Reyvindiko, una casa grande, cuatro hijos y un trabajo que no acaba en mi jornada laboral, hacen que no dé para más. Así que siempre hay que sacrificar algo, y, aunque la sacrificada soy yo, he tenido que parar de escribir y de leer las bitácoras que con tanto gusto sigo. 
Sigo viva, si es que ese adjetivo se le puede aplicar a alguien que va como zombi por todos lados; se me olvidan las cosas, tengo mala cara y, solo para que os hagáis una idea de lo mal que funciona mi cabeza, el otro día me fui en zapatillas al trabajo - menos mal que mis alumnos en el fondo me aprecian y me comprenden, y no se rieron delante de mí. 

¡Ay, Dios mío, cuánta falta me hace un buen descanso! Llegué incluso a preguntarle a Reyvindiko cómo se había hecho la hernia con idea de hacerme yo otra en cuanto él salga de esta. Pero está visto que eso de ponerse malo, para algunos es un lujo. Cuidado, no quiero que nadie me malinterprete, eh, pensad que el agotamiento no me deja pensar con fluidez. Lo que quiero decir es que una bajita de unas semanas poniéndomelo todo por delante me vendría de perlas. Nada grave; nada que me deje secuelas y que no me permita después volver a mi ritmo habitual. Eso es.

¡Qué tontería, verdad! ¡como si la gravedad de las enfermedades se pudiera elegir así! ¡como si la enfermedad se pudiera elegir! No, no, como dice el chiste "Virgencita, déjame como estoy". No obstante, debéis entender que al menos tengo el derecho al pataleo, a quejarme y a ir arrastrándome por ahí con cara de Gremling que ha comido después de la media noche.

Y bueno, os dejo, que tengo que hacer el pan. También es que una parece a veces un poco masoquista, pero me niego a comprarlo. Por cierto, os dejo una tarta de mascarpone y nueces con miel. Este tipo de tartas son las que suelo hacer cuando mi lindo trasero se sale de madre, porque el queso no puedo ni olerlo, aunque me gusta trabajarlo. Un día de estos me dedicaré únicamente a poner recetas.

Ah, y no me quiero ir sin saludar a mi amiga Marjolein de Holanda. Me ha hecho mucha ilusión encontrarte después de tanto tiempo. 

Un abrazo.

miércoles, 20 de mayo de 2009

¿Dónde se ubican los sentimientos?


El lugar donde sentimos los sentimientos, las emociones, es algo que me llama la atención. La alegría,la  tristeza, la rabia, los celos, las sensaciones que nos provoca el arte, ... ¿dónde los ubicamos? 
Dependiendo de cuál sea el sentimiento en cuestión, lo sentimos en distintas partes de nuestro cuerpo.
El corazón quizás sea una de las zonas más sensibles. El mal de amores, que lo llaman, tener el corazón partío, literalmente lo sentimos así. Lloramos con el corazón encogío y hay veces que hasta duele. Cuando te dan una malísima noticia, cuando te imaginas (mejor imaginar que ver) a tu pareja con otra persona, o cuando tu amado, de nuevo, tiene que hablar seriamente contigo después de varios días viéndolo tú rarillo, el pellizco se va para el corazón y se te agarra de una manera que más que un pellizco, a veces es un zarpazo. Por supuesto, cuando te dan un susto es el corazón el que parece que se para. Tres sustos me he llevado de los gordos y pensaba que me quedaba en el sitio.
El vientre también va cargado de sensaciones. Cuando estamos preocupados y se nos meten los nervios en el estómago. Cuando estamos tristes y melancólicos, ese run-run que se instala por la zona baja del tronco y se mueve al son de melodías arrancadas a un violonchelo. Debo reconocer que a veces me gusta dejarme llevar por este sentimiento.
Cuando vemos la herida de alguien, se nos coge un pellizco en el estómago; es como una cosquilla hecha con muy mala idea, que no te hace reír, pero que se parece a cuando te tiras por  la montaña rusa.
Pero en la zona del estómago también se ubica la rabia, el enfado, y todo aquello que te hace saltarle a la yugular a alguno, y bien merecido, por cierto. Es curioso que conforme uno se va calentando, se va notando la presión de abajo-arriba y viceversa, las venas del cuello saliéndose de sus vías, y las mejillas cambiando de color.
Otra de las sensaciones que también me llama la atención es cuando oigo una canción, o leo un poema que me emociona. Entonces lo que noto es que se me eriza el vello de la frente y el nacimiento del pelo. Es como si la frente se expandiera abriéndose paso por el cráneo. 
Y como no, el espinazo (¿del diablo?). Esta es una sensación muy inquietante, un nosequehay que no lo veo pero que está ahí. Un escalofrío que sale de la base del cráneo hacia abajo, como si te tuvieran colgado de una percha. Además, es curioso que si lo notas cuando estás con otra persona, probablemente el otro sienta lo mismo que tú.

Y como hace poco fue San Isidro, pues para el cafelito os pongo unas rosquillas de Santa Clara de San Isidro. Buenísimas. Para los que son de la zona de Andalucía, os diré que se parecen a los famosos roscos de Loja, los llamados roscos tontos (que serán tontos pero que están buenísimos). 
Un abrazo. 

viernes, 15 de mayo de 2009

Soliloquio de Segismundo


El otro día en una clase de 1º de bachillerato, leímos el famoso soliloquio de Segismundo de La vida es sueño y la verdad es que nunca me había fijado en cómo se puede traer ese canto a la vida a lo que está sucediendo hoy. 
Aquí os lo traigo y con él os invito a la lectura de esta obra magistral (o si podéis ver la representación teatral, aún mejor). Sin querer, no puedo evitar poner estas palabras en boca de un nonato.
Con el os dejo y os deseo un feliz fin de semana.

Sólo quisiera saber 
para apurar mis desvelos 
(dejando a una parte, cielos, 
el delito de nacer), 
qué más os puede ofender, 
para castigarme más. 
¿No nacieron los demás? 
Pues si los demás nacieron, 
¿qué privilegio tuvieron 
que yo no goce jamás?

Nace el ave, y con las galas 
que le dan belleza suma 
apenas es flor de pluma, 
o ramillete con alas, 
cuando las etéreas salas, 
corta con velocidad, 
negándose a la piedad 
del nido que deja calma: 
¿y teniendo yo más alma 
tengo menos libertad?

Nace el bruto y con la piel 
que dibujan manchas bellas 
apenas signo es de estrellas 
(gracias al docto pincel), 
cuando atrevido y cruel, 
la humana necesidad 
le enseña a tener crueldad, 
monstruo de su laberinto 
¿y yo con mejor instinto 
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira, 
aborto de ovas y lamas, 
y apenas bajel de escamas 
sobre las ondas se mira, 
cuando a todas partes gira, 
midiendo la inmensidad 
de tanta capacidad 
como le da el centro frío: 
¿y yo con más albedrío 
tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra 
que entre flores se desata 
y apenas, sierpe de plata, 
entre las flores se quiebra, 
cuando músico, celebra 
de las flores la piedad, 
que le da la majestad 
del campo abierto a su huida: 
¿y teniendo yo más vida 
tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión 
un volcán, un Etna hecho 
quisiera arrancar del pecho 
pedazos del corazón: 
¿qué ley, justicia o razón 
negar a los hombres sabe 
privilegio tan suave, 
excepción tan principal 
que Dios le ha dado a un cristal, 
a un pez, a un bruto y a un ave?

Y hoy en mi mesa os pongo una focaccia de romero y aceite. Resulta ideal en las comidas de verano, acompañando a una barbacoa o simplemente con un buen vino y un buen jamón. Disfrutad el fin de semana pensando que pronto llegará otro y así seréis más felices.