jueves, 30 de julio de 2009

Bailando con... golondrinas




Vivir en el campo, para mí, urbanita de toda la vida, tiene más ventajas que inconvenientes. La tranquilidad, la ausencia de vecinos, ruidos, coches, humos, olor a basura, cucarachas (muy importante), y un largo etcétera, han hecho que mejore, y mucho, mi calidad de vida.
Que estoy muy sola, cierto; que la casa y sus alrededores tienen mucho trabajo, cierto; que a todas horas hay problemas técnicos de averías, cierto. Pero aún así, me compensa y me recompensa esta vida.
La fauna que puebla los alrededores de mi casa es muy variada: arañas de varios tamaños, ciempiés, insectos varios, ratones, ratas (no son frecuentes pero a veces suben), lagartos, lagartijas, camaleones, culebras, salamanquesas; mamíferos comunes, como perros y gatos, que vienen a ver lo que pillan, erizos, zorros (vive una pareja cerca de casa), conejos y liebres. Pero lo que más me gustan son las aves. Como se sienten seguras, anidan cerca de casa las perdices y es muy bonito verlas en primavera con una tropilla de veinte perdigones. También hay cuervos, mochuelos, búhos y lechuzas, patos, gorriones, mirlos, verderones, jilgueros y muchos más que no recuerdo y otros cuyos nombres no conozco. Luego, dependiendo de la estación del año, vienen por aquí aves migratorias. Ahora mismo, en verano, tenemos los abejarucos, que tienen un colorido precioso, y claro, como no, siguen por aquí los vencejos y las golondrinas.
Las golondrinas, ah las golondrinas. Me encantan. Para mí hay algunos animales que me parecen sagrados, y en especial las golondrinas y los delfines entran en este grupo. Son tan curiosas y juguetonas. Les gusta mucho remojarse en la piscina y es para verlas, con qué agilidad lo hacen. Además no les importa que se estén bañando los niños; no se cortan una pluma. Les gusta el agua, y lo mejor para el calor pues es darse un remojón. La otra tarde estaba yo regando, y cuando alejaba el chorro de agua, aprovechaban para pasar por él y refrescarse.

Son unas compañeras de piscina excelentes, aunque claro, a veces cae alguna al agua y no consigue salir. Siempre me da lástima cuando se van en otoño, se echan de menos.

Y bueno, como ya he dicho, el campo tiene sus inconvenientes. Sin ir más lejos, el otro día preparé una tarta sácher para el santo de Yago, y ya veis, vinieron los marditos roedores. Menos mal que eran de mazapán y estaban riquísimos.

martes, 21 de julio de 2009

Niña de piel canela



Tengo una niña de piel canela y ojos de azabache que me tiene loquita. Por supuesto que el amor de madre está detrás de todo esto, pero yo creo que cualquiera que la conozca pensará igual. Quería escribir sobre ella. Me hubiera gustado hacerle un poema; pero una no está muy ducha en poesía. Así que simplemente hablaré de ella.
Siete años, vivaracha, alegre, juguetona, zalamera, ingeniosa... graciosa como ninguna. Paloma tiene una personalidad que se lleva a todo el mundo de calle. Nadie queda indiferente cuando la conoce. Sabe bien qué tiene que decir o qué tiene que hacer para no pasar inadvertida.
Muchos dicen que se parece a mí; pero no, ya quisiera yo tener su desparpajo.
Coqueta como ninguna. Con menos de dos años reunía dependientas del Corte Inglés para ver cómo se pintaba los labios, y sin espejo ni nada. Claro, hacía tanta gracia que nos veníamos cargadas de muestras y regalitos. Ella contenta y yo más. Y es que le gusta tanto haber nacido mujer que la feminidad se le desborda por todos sus poros. Desde muy pequeña se manejaba con los tacones perfectamente. No tenía más de año y medio cuando se me escapaba en tacones y todo monte arriba por los alrededores de La casa de campo. ¡Menuda destreza!
Sensible y enamoradiza. Aunque le cuesta y no siempre lo consigue, intenta serle fiel a su novio de Madrid, Rafa, al que solo ha visto una vez. Pero el amor, ¿quién lo controla? Cuando viene, viene y hay que torearlo como buenamente se puede. Recuerdo una vez que lloraba y lloraba porque se había enamorado de un dibujo animado. La pobre, descubrió muy pequeña lo que es el amor platónico.
Y en la cocina, como no, se maneja también de maravilla. Le encanta meterse en berenjenales. Se pone su delantal, coge su banquetilla, y venga, a preguntar y a cocinar. Le gusta realmente y le satisface, como buena cocinera que será, preparar cositas para que los demás disfruten. Ya me ha dicho que cuando sea mayor heredará mi Thermomix, jaja, no se lo cree ni ella.
Pero tiene un carácter, ay, qué carácter. No hay quien la doblegue. Eso es bueno, lo sé, pero ahora mismo mi misión es hacerle ver que tampoco puede ella imponer su voluntad sobre los demás, especialmente en su hermano mayor, Yago. En fin, me espera con ella una adolescencia en la que sufriré, me arrugaré y me saldrán más canas aún, pero intentaré estar lo más preparada posible.
En definitiva, es cautivadora. Tiene tema de conversación con cualquiera; se adapta perfectamente a las circunstancias; es positiva, muy optimista, always look at the right side of life, turu, turutururu. Y la quiero con locura.

Y como estoy hablando de Paloma, pues hoy traigo algo que ella me ayudó a hacer. Unos Doowaps, riquísimos. Me encanta este tipo de meriendas, especialmente en verano. El pan, muy blando, muy suave, y encontrarse en cada bocado con unas perlitas de chocolate.
Y la canción también ha sido su elección, Wake me up inside. Ella la llama la canción de la que se cae, por referencia al vídeo musical. Pues ahí está, para ti que sé que te gusta.

jueves, 16 de julio de 2009

Lo que nunca seré



Ya con mis taytantos años asumo que hay ciertas cosas que nunca lograré hacer ni ser, a pesar de que me habría gustado.

De pequeña todo aquello que veía en la tele me gustaba: quería ser patinadora artística sobre hielo, nadadora a lo Esther Williams, claquetista, cada vez que veía una película de Fred Astaire y Ginger Roger. Incluso quise ser Arconada en el mundial de Naranjito allá por el 82. Quería ser todo aquello que me impresionaba.

Ya con un poco de menos seso, en la adolescencia, pues seguía interesada en las cosas que me fascinaban. Recuerdo especialmente el gusto por el baile moderno de escuela. Incluso llegué a enterarme de dónde había una academia de baile a lo Flash Dance en mi ciudad. Y nada menos que el Ballet Sum, que salía en el Un, Dos, Tres. Por suerte para mí, no pude entrar.

Menos mal, que en esa época, me encantaba cómo pronunciaba inglés la profesora que tenía por entonces. Eso sí que me enganchó, y por eso sí que luché. Tanto, tanto, que hasta hice la carrera de Filología inglesa, y me gano la vida con ello.

Pero aunque ya zanjé el tema de mi profesión, hay muchas cosas que quedaron en el tintero, la mayoría allí quedarán para siempre:
- violonchelista
- cantante
- bailaora
- florista
- sumiller y enóloga
- pintora (de cuadros)
- modista
- atleta
- extranjera de un país muy lejano
- alta y delgada
- Audrey Hepburn
- y otras muchas cosas.

Ya digo, la mayoría de estos anhelos pues quedarán como suspiros perdidos. Intentaré, sin embargo no proyectar esos deseos de lo que yo no fui en mis hijos, aunque es inevitable ver que tienen destreza para determinadas actividades. Pero ese es otro cantar.

Y como en verano se da mucho lo del picoteo informal os traigo unas galletas saladas muy, muy ricas.

Por cierto, felicidades a las Cármenes, que por aquí hay muchas y todas muy guapas, en especial felicito a mi sobrinita, sobrina-nieta, he de decir. Besos.

sábado, 11 de julio de 2009

Motivos para levantarme cada día



1. La dulce mirada de mis hijos (esa vale por 4 motivos).
2. Sus sonrisas (estas valen por otros 4).
3. El beso de Reyvindiko y su abrazo cuando me hace el café.
4. Las tostadas y el café.
5. La ganache de chocolate.
6. El helado de limón.
7. Hacer pan y disfrutar del olor mientras se hornea.
8. Una copa de vino tinto.
9. Una película con el cañón en el jardín, bajo las estrellas.
10. El olor de la dama de noche.
11. Invitados a cenar.
12. Que Germán (mi peque) me coja la cara y me mire a los ojos.
13. Los caramelos de cereza.
14. Que alguien conteste a mis entradas en el blog.
15. Un masaje en los pies y en las piernas (mientras vemos Dexter).
16. Cantar a toda voz en el coche.

... Con Reyvindiko hay muchos más motivos, pero no para levantarme.

Sigo sin Thermomix, pero veis que no está entre mis preferencias, tampoco el cojín de masajes (¿eh?). Así que os traigo algo que también es muy fácil de hacer entre fogones, la ganache clásica. Apta para cualquier bizcocho, galleta, brownie, o... los dedos de la mano.

martes, 7 de julio de 2009

Eleftheria Arvanitaki




Como dije en mi entrada anterior, ayer fui al concierto que dio en Málaga esta maravillosa cantante griega, Eleftheria Arvanitaki. Si hiciéramos un ranking con voces femeninas del momento, creo que a ella la situaría en primer lugar. Todas sus canciones te mueven por dentro de una manera u otra. A veces, el ritmo acompasado de las olas del mar griego, mecen tu alma al son de una nana cantada por ella; otras veces, la fuerza de sus canciones te impiden permanecer sentado y te hace vibrar por dentro y por fuera.

Eleftheria yo creo que nació para estar en lo alto de un escenario. Sencilla y divina a la vez; elegante y siempre joven; sabe bien cómo meterse al público en el bolsillo. Además, le gusta que la gente participe acompañándola en sus canciones, con palmas y bailes, pidiéndole canciones y hablando con ella. En fin, se ve que está a gusto allí arriba.

La entrada fue con algunas de sus canciones más conocidas, Meno Ektos, Ti Leipei, Tis kalinichtas ta filia y otras. Luego pasó al disco nuevo, Mírame, con algún tema en español y una versión en griego de una copla española, La cárcel de oro. Estuvo estupenda.

Al final del concierto, yo creo que duró casi las tres horitas, la gente se negaba a dejarla marchar. Los hicimos salir varias veces al escenario. Y es que esta mujer se entrega por completo a su público. Dynata, con toda su fuerza, gente de todas las edades bailando en el teatro, toda una experiencia para el oído y el espíritu.

Si no la conocéis, buscad algo de ella, os la recomiendo. Es por ello que hoy, en lugar de una comida, os pongo un vídeo suyo. Además, ando un poco mustia sin la Thermomix, que me la están poniendo a punto (snif, snif).

lunes, 6 de julio de 2009

De gallina galáctica a hermoso cisne de cuento


La verdad es que hay que ver lo que pasamos las mujeres a veces para estar bellas. La belleza es tan importante que nos solemos dejar una pasta gansa y no nos importa ni siquiera el sufrimiento físico para conseguirla (por cierto, me voy a encender el aparato de la cera, no os vayáis). A pesar de lo que piensa Reyvindiko al respecto, a la mayoría nos gusta estar bellas para nosotras mismas. No hace falta que ningún maromo nos alabe lo guapas que somos, o que estamos, aunque siempre nos gusta que nos lo digan.

Para vernos guapas hay ciertos puntos que no nos pueden fallar. El primero de ellos es la depilación. ¡Mira que son feos los pelos donde no tienen que estar! Es que incluso aquellos que no se van a ver parecen que te hacen desmerecer lo arreglada que vayas. Además, nunca se sabe lo que puede pasar. Empezando por la cabeza, las cejas y el bigote. Unas cejas bien depiladas te hacen el 70% del maquillaje en los ojos, es más, a veces no hay ni que pintárselos. Y del bigote ya ni hablemos, las Wifredo ya no están de moda. Seguimos bajando y axilas e ingles fuera, aunque llevemos manga larga y no vayamos a la playa; si vamos arregladas, cualquier pelo que no esté en la cabeza debe salir inmediatamente (lo de que he encendido la cera es en serio, ¿eh?). Las piernas, fundamentales, es que hasta cuando una se mete en la ducha le sube la autoestima si está bien depilada.

Seguimos con los pelos, pero ahora los de la cabeza. Debo confesar que hace un año o así me empezaron a salir algunas canas. Al principio pensé llevarlas con dignidad, ea, hay que aceptarse tal cual una es. Pero la verdad es que pensando, pensando, ¿para qué voy a aguantar tener canas si no me gustan? Si me gustaran, pues vale, pero aguantarme porque sí, pues no la verdad. Pues nada, vamos a la peluquería a hacernos esclavas del tinte. Menos mal que Loli, mi peluquera, es muy sensata y me dijo que era mejor empezar por unas mechitas rubias, que como yo siempre he sido muy rubita pues que me iban a quedar muy bien. Loli, lo que tú digas. Y aquí llega la conversión en gallina galáctica: te ponen un gorro de plástico como los de natación llenos de agujeritos por los que van sacando mechones de pelo con un punzón. ¡Qué dolor! ¡Y qué dolor de cabeza luego! Mientras tienes el gorro con el tinte tus pensamientos se centran en rezar para que no haya un cataclismo y tengas que salir de la peluquería con esa pinta- Dios mío, que no pase nada. Pero al cabo de una hora y un lavado de cabeza con el que mudas hasta el pellejo del cuero cabelludo, quedas como la misma Aurora de la Bella Durmiente. ¡Qué cabeza! ¡Qué melena!

La ropa es otro factor superimportante. Por mucho que digan que aunque la mona se vista de seda, mona se queda yo siempre añado que prefiero ser mona en seda que simplemente mona. Aquí, ya solo debemos tener en cuenta el gusto y estilo personal, lo que nos vaya bien, y la ocasión. Así que en la ropa no me meto. Ah, y no debemos olvidar la ropa interior. Tengo una amiga que siempre dice que hasta para bajar al mercado lleva la ropa interior conjuntada ya que nunca se sabe si puedes tener un accidente y qué van a pensar los de la ambulancia y los médicos que te vean.

Por supuesto, hay que usar complementos: collares, anillos, pulseras, pendientes, un cinturón, un bolso bonito (por cierto que no tengo), un abanico coqueto, coleteros, chales y demás. A veces te visten más los complementos que la misma ropa.

Cosméticos y maquillaje. Una piel limpia, hidratada y cuidada, hace tanto. Yo no soy muy de pintarme ya que tengo, gracias a Dios, muy buen color. Ya me puedo estar muriendo que el color no se me va de las mejillas - algo bueno tenía que tener. Pero reconozco que hay que cuidarse y que usar buenos cosméticos ayudan y mucho. Aurora, cielo, qué maravilla de ampollas, rejuveneces, te iluminas y pareces que se te sube el guapo y todo. Y luego, la piel lista para recibir el maquillaje. No me pinto mucho, pero un poco de rímel, una sombra muy suavita y un toque en los labios, y me quedo genial (jaja ;))

Y por último, el perfume. Para mí, el perfume habla por uno. Si vas de noche, si sabes que habrá plan, algo intenso pero que no aturrulle a los otros. De día, para el trabajo, algo fresco, de flores o afrutado (me gustan los cítricos). Y para cualquier ocasión, Ysatis de Givenchi, huele a limpio y a fresco, me gusta.

Menudo rollo os he soltado. Os echo de menos, pero no tengo tiempo para nada. Y ahora os dejo, que me voy a arreglar para esta tarde. Me voy al concierto de Elefteria Arvanitaki, ya os contaré.

Y como hablamos de estar bellas, en la cocina también. Una dacquoise de chocolate. Suave, ligera y de chocolate, ideal y divino de la muerte. Besos y perdonad que no sea una asidua bloguera.

jueves, 2 de julio de 2009

Dacquoise de chocolate


Os recomiendo esta dacquoise para una merienda muy especial. Se trata de un dulce muy ligero y delicado. Servido con té, o limonada bien fría ahora en verano, hará una merienda muy refrescante.
Ingredientes
- 50 g de almendra molida
- 250 g de azúcar glas
- 50 g de cacao en polvo (yo uso Valor)
- 1 cucharada rasa de harina
- 6 claras de huevo
- 1 pizca de sal

Elaboración
Precalentar el horno a 180º.
Tapizar el fondo de un molde (de unos 25 cm de diámetro) con una hoja de papel vegetal o silpat.
Colocar un colador de malla fina encima del recipiente grande y verter en él la almendra molida, la harina, 200 g de azúcar y el cacao (si lo hacemos en Thermomix, ponemos todos estos ingredientes y programamos unos segundos en vel. máxima). Tamizamos estos ingredientes.
Montamos las claras a punto de nieve con la sal. Cuando las claras estén muy consistentes, les añadimos el resto del azúcar.
Añadimos ahora la mezcla del cacao a las claras con movimientos envolventes.
Vertemos la preparación en el molde y alisamos la superficie.
Horneamos unos 17 ó 20 minutos (según el horno).
Dejamos enfriar sobre una rejilla. Una vez frío, la decoramos con azúcar glas.

miércoles, 1 de julio de 2009

Ganache de chocolate clásica

Una de las mejores coberturas de chocolate que he probado. Me encanta caliente sobre el brownie y el helado de vainilla; para bañar bizcochos simples (genovés); para rebañar con la cuchara.... todo un lujo para el paladar. Si os sobra no la metáis en la nevera. Aguanta un par de días a temperatura ambiente y gana en su sabor (eso si os dura...)

Ingredientes
- 150 g de chocolate negro o de cobertura.
- 100 g de nata líquida.
- 15 g de mantequilla

Llevar la nata a ebullición. Apartar del fuego y añadir el chocolate troceado. Mezclar hasta obtener una pasta homogénea e incorporar la mantequilla. Remover bien hasta que esta desaparezca.

Se le puede añadir a la nata hirviendo 1/2 cucharadita de canela en polvo y u cucharada sopera de agua de azahar.

Guirlaches de chocolate


Los guirlaches, una auténtica delicia de chocolate y frutos secos. Se trata de unas pastitas hechas con claras de huevo, muy suaves al paladar y exquisitas si el chocolate es bueno. Si además las rellenamos de una ganache de chocolate clásica, son orgásmicas, con perdón.

Ingredientes
- 250 g de azúcar
- 125 g de almendras molidas
- 125 de avellanas molidas
- 60 g de cacao en polvo
- 4 claras de huevo.

Preparación
1. Precalentar el horno a 210º.
2. En un recipiente grande, mezclar el azúcar, la avellana molida, la almendra molida y el cacao.
3. Añadir las claras de huevo sin montar y mezclarlo todo bien con unas varillas.
4. Con una cucharilla, poner montoncitos de pasta sobre una hoja de papel sulfurizado, colocada sobre una bandeja de horno.
5. Hornear unos 7 u 8 minutos y dejar enfriar sobre una rejilla.