martes, 29 de septiembre de 2009

Pido perdón a mis hijos


Pido perdón a mis hijos por darles una vida normal; por no ser madre soltera; porque sus padres viven juntos bajo el mismo techo que ellos y no tenemos intención de separarnos; porque no somos inmigrantes; porque no estamos en paro; porque ni su padre ni su madre está en la cárcel; por no ser heroinómanos.

Les pido perdón, aunque ellos no lo entiendan, porque están en desventaja ante todo aquel que sufre alguna de las desgracias arriba mencionadas; porque pagamos nuestros impuestos para darles un bienestar a algunos en detrimento del nuestro propio; porque no podrán optar a los beneficios que la administración parece solo reservar para aquellos; porque estarán siempre los últimos en puntos para entrar a un buen colegio, público o concertado, o una guardería concertada, porque nosotros tampoco nos podemos permitir pagarlos privados.

Siento mucho no ser políticamente correcta con esta entrada. Tampoco nunca he pretendido serlo; además me revienta lo políticamente correcto ya que lo veo más bien como hipócritamente correcto. La discriminación ¿positiva?, vaya nombrecito de marras. Me avergonzaría que por el simple hecho de ser mujer tuviera alguna ventaja a la hora de encontrar un trabajo con respecto a un hombre. Eso de llenar cuota, como que no me va demasiado. Nunca sabría realmente si ocupo un puesto merecido o si en verdad soy una botarate (quizás debería decir botarat@) que no sabe hacer la O con un canuto, como hay tantísimas por ahí.

En fin, no voy a continuar con este tema porque realmente quema la sangre de cualquiera. Al final, todos acabamos comulgando con ruedas de molino y punto-pelota.

Menos mal que pongo una nota dulce: de nuevo mi sácher. Esta vez la hice para el santo de Paloma, ¿bonita, verdad?

martes, 22 de septiembre de 2009

Ikeadicts


Ikea. La primera vez que tuve noción de ese nombre fue en una revista de decoración. Ikea. Tan lejano e inaccesible, que me creé mi Ikealand. Cuando abrieron uno en Sevilla, casi enloquecí. Y allá que nos fuimos, mi cuñada y yo, con una Seat Alhambra solo con los asientos de delante. Un día entero en Ikea, ay, Dios mío, cuántas cosas cabían en la parte de atrás. Le dimos dos vueltas enteras a la tienda, una antes de comer y otra después. ¡Qué dos carros llenamos! Supongo que si alguien se fijó (como hace mi hermano) en qué llevábamos en el carro, pensaría "y eso para qué les servirá" o "vaya si han comprado tonterías estas dos". Y en verdad es así, no voy a decir que no. Y encima, nos devolvieron los dos euros del desayuno, ¡cómo son!
El caso es que hace dos años nos abrieron un Ikea en Málaga. Me resisto a ir, porque no puedo evitar consumir de todo; siempre lleno la bolsa amarilla y el carro después. No me puedo resistir a repetir cocacola, ni a las albóndigas suecas (que luego me dan ardores y se me repiten), ni a los muffins con trozos de chocolate (mi perdición).
Siempre que voy con mi querido Reyvindiko, tenemos una frase que no se nos cae de la boca: estos suecos. Y es que realmente es así. ¿Cómo se las han ingeniado para colocarnos una forma tan distinta de comprar? Aquí, de siempre, se ha ido a una tienda de muebles y nos lo han dado todo; es más aún, nos lo han llevado todo y nos lo han instalado todo. El do-it-yourself se nos ha impuesto de una manera bárbara, desde el mismo momento en que sucumbimos a retirar nuestra bandeja del MacDonalds. Bueno, pues en Ikea, ya es el súmmum del yo me lo guiso, yo me lo como. Y luego te lo justifican todo con esos carteles tan a lo sueco, con los que te explican por qué no encuentras a nadie que te ayude en la tienda, por qué te tienes que romper la cabeza buscando lo que compras en ese pedazo de almacén, y ya, el colmo, por qué tienes que pasar tú mismo lo que compras por el escáner y pasar directamente la tarjeta.
Y luego está el tema de los nombrecitos que tienen los productos. Cuando miras esas etiquetas o, simplemente el tíquet de compra y ves que has comprado una Flytta, un Patrull, alguna Erslev y una Pöang, por ejemplo, no te hallas ni de coña.
En fin, Ikea, qué invento. A las mujeres se nos suele ver contentas, a los jóvenes también; pero a los típicos señores mayores que no saben en qué mundo se han metido, se les queda una cara que es un poema, y encima, que ni se les ocurra salirse de las flechitas, entonces ya, prácticamente hay que quedarse allí a vivir.
No obstante, que conste, que me encanta ese sitio; que me lo paso bomba, aunque no puedo evitar venirme cargada de trastos que seguramente no utilizaré.

Y cambiando el tercio, no tengo que decir que no estoy cumpliendo los propósitos, ¿verdad? Bueno, en verdad algunos sí, ¿eh? Y es que no doy para mucho más. Hasta estoy desganada en la cocina, aunque parezca mentira. Es por eso que hoy traigo algo sencillo y rápido de hacer (con mi nuevo amanecer, claro). Se trata de un sorbete de mango, que como dicen que el otoño viene calentito pues para que nos refresquemos y no engordemos demasiado. Tan solo lleva mango, azúcar (100 g para 1/2 kg de mango) y un limón. Pues eso, hasta la próxima. Besos.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Propósitos




... y pensaba yo <>

Nada más lejos de lo que ha sido. Incluso en los meses de máximo trabajo durante el curso he podido sacar un huequito para tener mi espacio internáutico y ahora, con tanto tiempo libre pues apenas he podido hilar más de dos entradas.

Y es que el verano con una casa grande, con cuatro niños y perra, y con tanta gente por aquí yendo y viniendo, pues eso, que resulta imposible sacar ese ratito para una. Porque, para mí, este blog es eso: algo mío y para mí, y si encima lo leen otras personas pues mil veces mejor.

Por ello, quiero utilizar esta entrada para poner en ella los propósitos que me hago para este curso, ya que, como dice mi amiga Marga, el año no empieza en enero, sino en septiembre con la vuelta al cole.

Y sin más preámbulos paso a enumerarlos:
1. Escribir al menos dos entradas semanales en el blog.
2. Visitar las bitácoras que me gustan y publicar recetas en el foro de mis amigos.
3. Corregir los exámenes en menos de una semana después de hechos.
4. Levantarme antes para no llegar tarde al trabajo.
5. No gritar por las mañanas ni en el coche.
6. Tener una vida más ordenada.
7. Leer más.
8. Perder algunos kilos (ya me quedan 5)
9. Hacer ejercicio.

En fin, con hacer todo esto me conformo. Algunos puntos sé que serán difíciles de conseguir, especialmente el 4 y el 5, ya que hay que estar en el colegio a las 8.15 con cuatro niños. No creo que consiga el 5. Y del 8 y el 9 (especialmente este último) ya me estoy riendo. Pero bueno, todo se andará, como se suele decir, ¿no?

En mi cocina hoy os presento mi pastela, por eso de la alianza de civilizaciones (jaja). Me trajo mi cuñada la masa de Marruecos y quedó estupenda, difícil de partir, pero muy rica.

Sigue pendiente mi entrada sobre La Rioja y otras muchas cosas que quiero contar, pero tiempo, ¿vale? dadme tiempo para todo.

Feliz semana. Espero que os haya gustado la canción.