miércoles, 20 de mayo de 2009

¿Dónde se ubican los sentimientos?


El lugar donde sentimos los sentimientos, las emociones, es algo que me llama la atención. La alegría,la  tristeza, la rabia, los celos, las sensaciones que nos provoca el arte, ... ¿dónde los ubicamos? 
Dependiendo de cuál sea el sentimiento en cuestión, lo sentimos en distintas partes de nuestro cuerpo.
El corazón quizás sea una de las zonas más sensibles. El mal de amores, que lo llaman, tener el corazón partío, literalmente lo sentimos así. Lloramos con el corazón encogío y hay veces que hasta duele. Cuando te dan una malísima noticia, cuando te imaginas (mejor imaginar que ver) a tu pareja con otra persona, o cuando tu amado, de nuevo, tiene que hablar seriamente contigo después de varios días viéndolo tú rarillo, el pellizco se va para el corazón y se te agarra de una manera que más que un pellizco, a veces es un zarpazo. Por supuesto, cuando te dan un susto es el corazón el que parece que se para. Tres sustos me he llevado de los gordos y pensaba que me quedaba en el sitio.
El vientre también va cargado de sensaciones. Cuando estamos preocupados y se nos meten los nervios en el estómago. Cuando estamos tristes y melancólicos, ese run-run que se instala por la zona baja del tronco y se mueve al son de melodías arrancadas a un violonchelo. Debo reconocer que a veces me gusta dejarme llevar por este sentimiento.
Cuando vemos la herida de alguien, se nos coge un pellizco en el estómago; es como una cosquilla hecha con muy mala idea, que no te hace reír, pero que se parece a cuando te tiras por  la montaña rusa.
Pero en la zona del estómago también se ubica la rabia, el enfado, y todo aquello que te hace saltarle a la yugular a alguno, y bien merecido, por cierto. Es curioso que conforme uno se va calentando, se va notando la presión de abajo-arriba y viceversa, las venas del cuello saliéndose de sus vías, y las mejillas cambiando de color.
Otra de las sensaciones que también me llama la atención es cuando oigo una canción, o leo un poema que me emociona. Entonces lo que noto es que se me eriza el vello de la frente y el nacimiento del pelo. Es como si la frente se expandiera abriéndose paso por el cráneo. 
Y como no, el espinazo (¿del diablo?). Esta es una sensación muy inquietante, un nosequehay que no lo veo pero que está ahí. Un escalofrío que sale de la base del cráneo hacia abajo, como si te tuvieran colgado de una percha. Además, es curioso que si lo notas cuando estás con otra persona, probablemente el otro sienta lo mismo que tú.

Y como hace poco fue San Isidro, pues para el cafelito os pongo unas rosquillas de Santa Clara de San Isidro. Buenísimas. Para los que son de la zona de Andalucía, os diré que se parecen a los famosos roscos de Loja, los llamados roscos tontos (que serán tontos pero que están buenísimos). 
Un abrazo. 

viernes, 15 de mayo de 2009

Soliloquio de Segismundo


El otro día en una clase de 1º de bachillerato, leímos el famoso soliloquio de Segismundo de La vida es sueño y la verdad es que nunca me había fijado en cómo se puede traer ese canto a la vida a lo que está sucediendo hoy. 
Aquí os lo traigo y con él os invito a la lectura de esta obra magistral (o si podéis ver la representación teatral, aún mejor). Sin querer, no puedo evitar poner estas palabras en boca de un nonato.
Con el os dejo y os deseo un feliz fin de semana.

Sólo quisiera saber 
para apurar mis desvelos 
(dejando a una parte, cielos, 
el delito de nacer), 
qué más os puede ofender, 
para castigarme más. 
¿No nacieron los demás? 
Pues si los demás nacieron, 
¿qué privilegio tuvieron 
que yo no goce jamás?

Nace el ave, y con las galas 
que le dan belleza suma 
apenas es flor de pluma, 
o ramillete con alas, 
cuando las etéreas salas, 
corta con velocidad, 
negándose a la piedad 
del nido que deja calma: 
¿y teniendo yo más alma 
tengo menos libertad?

Nace el bruto y con la piel 
que dibujan manchas bellas 
apenas signo es de estrellas 
(gracias al docto pincel), 
cuando atrevido y cruel, 
la humana necesidad 
le enseña a tener crueldad, 
monstruo de su laberinto 
¿y yo con mejor instinto 
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira, 
aborto de ovas y lamas, 
y apenas bajel de escamas 
sobre las ondas se mira, 
cuando a todas partes gira, 
midiendo la inmensidad 
de tanta capacidad 
como le da el centro frío: 
¿y yo con más albedrío 
tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra 
que entre flores se desata 
y apenas, sierpe de plata, 
entre las flores se quiebra, 
cuando músico, celebra 
de las flores la piedad, 
que le da la majestad 
del campo abierto a su huida: 
¿y teniendo yo más vida 
tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión 
un volcán, un Etna hecho 
quisiera arrancar del pecho 
pedazos del corazón: 
¿qué ley, justicia o razón 
negar a los hombres sabe 
privilegio tan suave, 
excepción tan principal 
que Dios le ha dado a un cristal, 
a un pez, a un bruto y a un ave?

Y hoy en mi mesa os pongo una focaccia de romero y aceite. Resulta ideal en las comidas de verano, acompañando a una barbacoa o simplemente con un buen vino y un buen jamón. Disfrutad el fin de semana pensando que pronto llegará otro y así seréis más felices.

jueves, 14 de mayo de 2009

El colegio enfrente del mío


Antes de nada debo pedir disculpas porque he estado muy perdida. Como ya he dicho en la respuesta a mi anterior entrada, a los que sabéis de mí, pues tengo poco que explicar; los que no, solo os digo que el lunes operaron a mi Reyvindiko de una hernia inguinal, nada grave, aunque sí molesto, pero vamos que se va recuperando a un ritmo estupendo y se está pegando unos lotes de lectura que se me va a volver medio tonto :))

Y bien, hoy os quiero hablar de un colegio vecino al nuestro. Se trata de un centro de educación especial, y, claro, como es obvio, en él solo hay alumnos y cuidadores especiales. Cuando me toca dar clase en el lado del pabellón que da a este colegio, no puedo evitar distraerme y observarlos. Es algo que me encanta. 

Claro está que a este centro van niños y no tan niños que tienen distintas problemáticas, y yo solo veo a los que tienen buena movilidad y les enseñan talleres sobre todo de jardinería. Pero dentro hay niños cuyas capacidades motoras están limitadas. A estos otros no los veo nunca.

Quiero dejar muy claro que en ningún momento pretendo ser condescendiente con ellos.  A mí no me dan pena. Ni siquiera siento pena por sus familias. Además veo cómo los tratan sus cuidadores y que los educan también con cariño aunque con dureza a veces. Lo que realmente siento por ellos es ternura. Veo que son tan cariñosos y que buscan y dan tanto cariño que me dan ganas de bajar a achucharlos.

Ahora bien, y ya con esto termino (otro día seguiré con el tema, si se tercia, que hoy estoy muy cansada), hay una cosa que más que pena me da escalofríos y es pensar en la suerte que tienen estas personas de haber nacido ayer; mañana, nacerán muchos menos. 

En la mesa, una chocolatada: tarta de dos chocolates. Chocolate blanco y chocolate negro en una fusión totalmente imperfecta aunque deliciosa.
Un abrazo. 

miércoles, 6 de mayo de 2009

Fumando espero...


Hoy, para mí, no ha sido un día alegre en el trabajo. Una niña de 15 años fumando en el servicio. Hasta aquí, todo más o menos normal. ¿Quién no se ha echado su primer pitillo en el colegio? Yo misma fue allí donde lo probé por primera vez, pero vamos, fue una experiencia totalmente traumática. Todavía me dura la tos. Aparte, le tenía tal miedo a la reacción de mi padre, que realmente me creía la amenaza de que me tragaba el cigarrillo si me pillaba alguna vez. Debo decir que mi padre jamás me ha puesto un dedo encima, más que para hacerme alguna caricia. 

Digo que me da pena de esta chica, porque ha sido pillada tres veces en este curso, toda ella rodeada de humo, y jurando y perjurando que no estaba fumando. Será que el cuarto de baño se ha convertido en la cueva de un dragón. No se puede fumar en los sitios público, y mucho menos si se es un menor, y mucho menos en un colegio, y mucho menos en un servicio en el que pueden etrar niños más pequeños. 

No sé si será el caso o no, pero es cierto que muchos chicos se ven abocados al desorden y hasta al fracaso por culpa de unos padres incompetentes.  Recuerdo el caso de otra chica a la que su padre le compraba el tabaco para así controlar lo que fumaba. Hay que ser iluso, cuando se le acababa lo que le compraba el papá, pedía o simplemente compraba más, por lo que al final la chica en cuestión fumaba lo que le daba la gana. Alguien me contó que la acabó muy mal, ya no por el tabaco. Supongo que eso no llegó a comprárselo el padre.

De verdad que no entiendo por qué los padres de ahora nos empeñamos en querer ser tan guays con nuestros hijos. Queremos ser sus amiguetes, sus colegas, que tengan mucha confianza en nosotros. Si hiciera falta, hasta nos iríamos de botellón con ellos. Lo veo una necedad. Nuestros hijos, por suerte para ellos, tienen suficientes amigos; pero padres solo dos, y son insustituibles. ¿Por qué perdemos ese punto de mira? Portémonos como padres. Seamos padres, por Dios.

Nuestra generación se equivoca de cabo a rabo con la educación. Muchas veces se intenta suplir el poco tiempo dedicado a nuestros hijos por medio de regalos y permisos, sin decirles que no a nada, no vaya a ser que se traumaticen; no vaya ser que se den cuenta de que este mundo no es el camino de rosas que les estamos mostrando; no vaya a ser que se den de bruces con la realidad; no vaya a ser que descubran que las cosas no vienen regaladas de manera tan sencilla como se lo damos todo a ellos...

Si de verdad queremos a nuestros hijos, si queremos darles un futuro mejor, no bastará con cambiar la educación en los colegios e institutos, que por supuesto necesitan una reforma de raíz. Pero desde casa nos tenemos que dejar de tanta ñoñería absurda. Hay que educar con dureza, hace falta imposición, hay que prohibir cosas y hay que acostumbrarse a decir NO más a menudo. 

Ojalá despertemos pronto, porque lo veo realmente negro. Ya digo, hoy no estoy muy optimista.

Y bueno, la verdad es que he tenido que pensar mucho qué poneros, pero como por aquí abajo va arreciando el calor, os invito a un gazpachito bien fresco, para que nos recoloquemos las pilas. 

lunes, 4 de mayo de 2009

Iloveny



Hace algunos días me contaron que en el hospital de maternidad de mi ciudad, nació una niña a la que pusieron por nombre Iloveny. Hasta aquí, a pesar de la rareza del nombre, todo va bien; ahora contaré el origen del nombre en cuestión, dentro de un momento. La verdad es que los nombres raros cada vez son más abundantes en nuestros colegios. ¿Dónde quedan los Pepes, Juanes, Marías, Cármenes, ... etc.? Son ahora mucho más frecuentes las Indaras, Yarisas, Kévines, Nayaras, y otros muchos que, sintiéndolo mucho, soy incapaz de memorizar. Nombres de procedencias muy distintas llenan las partidas de nacimiento de los niños que han nacido recientemente. 
No quiero decir con esto que no me gusten esos nombres, ni mucho menos, es solo que no me identifico con ellos. Yo soy de las que piensan que los nombres condicionan la opinión que tengan de ti los demás. De hecho, hay algún nombre de mujer (que no voy a decir aquí) que no solo no me gusta, sino que recelo de cualquiera que así se llame, y es que por circunstancias de la vida varias de las malas jugadas que me han hecho han venido por distintas mujeres así llamadas.
Bueno, os comento ahora el origen del nombre Iloveny según su madre, claro. Cuando la niña nació los médicos preguntaron a su madre cómo la iba a llamar y ella dijo que Ilony. Los médicos, que nunca habían oído el nombre le preguntaron de dónde venía, a lo que ella les respondía que lo había visto en una camiseta y que le gustó. La camiseta en cuestión era esta:

Sin más comentarios por mi parte, espero los vuestros.

Hoy traigo unos merengues bien dulces y bien ricos. Se trata de un merengue italiano, que es más consistente que el suizo, y que además está riquísimo. Están montados sobre una base de hojaldre. ¿Os apetece uno?