domingo, 5 de abril de 2009

Ingratitud con el pollo


En casa, por comodidad y porque gusta, el pollo es la carne que más se come. Llegamos a comerla hasta tres veces por semana, y a veces, incluso más. Es uno de las pocos platos que, lo pongas como lo pongas, no me lleva a pelearme con mis hijos para que coman. Da igual como lo prepare, no queda nada de él. Es sano, no engorda, lo puedes preparar de mil formas, siempre está bueno, no es muy caro..., vamos que quizás sea la panacea. A la plancha, al horno, hecho hamburguesas, croquetas..., en fin, se puede hacer de todo con él. 
Y es que el pollo lo usamos para todo tipo de guisos, y fuera de la cocina, el lenguaje está lleno de referencias a él y a su especie. Y es precisamente por eso por lo que hablo de la ingratitud hacia este animalito. 
Vamos a ver si me sale bien la enumeración:
- En el cambio de voz del chico adolescente, le salen gallos cada vez que habla con un poco más de ímpetu de lo habitual. Todo el mundo se ríe. Es malo.
- Tener espolón de gallo es muy doloroso. Prefiero no hablar de ello. Es malo.
- Cuando aparecen las primeras arruguitas, hablamos de las patas de gallo. Por supuesto malo.
- Si se dice de alguien que es muy gallito, nos referimos a que busca bronca. Malo también, entonces.
- Tener culito de pollo es una auténtica faena porque el vestido o falda es muy difícil de arreglar. Malo.
- Tener un pollo en la garganta, qué asco Dios. Malo.
- Tener la piel de gallina. Bueno, si se tiene por frío o malestar, malo; si, en cambio es por una caricia, vale.
- Ser un gallina, chungo. Cobarde, gallina, capitán de las sardinas. Malo.
- Ser más p... que las gallinas. Sin comentarios.
- Montar un pollo, vamos que la liamos, y bien. Malo. 
- Sudar como un pollo, normalmente porque hace demasiado calor. Malo.
- Tener un ojo de pollo, equivale a tener un callo en los dedos de los pies. Malo, ay. 
- Estar en corral ajeno, sentirse incómodo con los que nos rodean. Malo. 
- Cuando meen las gallinas, denota imposibilidad de hacer alguna cosa. Malo.

En fin, creo que podría seguir, pero no son horas. Ya veis que no me acuesto con las gallinas. ¿Sabéis más expresiones sobre este bicho? ¿alguna buena? Yo la mejor que conozco es el juego de la gallina ciega, por lo demás, todas son malas.

En la foto, ¿qué hemos comido hoy? Bingo, y buenísimo encima. Por eso digo, con lo rico que está y fuera de la cocina es todo malo.
Feliz Domingo de Ramos. 

3 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

Es cierto. Con los pollos, a pesar de estar tan buenos, somos muy crueles, pero con el femenino de los pollos, o sea, somos la mar de cariñosos y les prestamos todas las atenciones.

Anónimo dijo...

Mirna, un reflexión muy bien planteada. Tienes razón en todo, con lo buenos y socorridos que son los pollos en la cocina y lo mal tratados que están por el lenguaje.

Jesús Cotta, muy bueno el comentario, jajajaja

Muchos besos,

Susi

Mirna dijo...

Jesús, se os va la vida en ello.
Un beso en cada mejilla.

Susi, eso pienso yo, de la de apuro que nos sacan y nosotros los tratamos así.
Un beso muy fuerte guapísima.