domingo, 21 de junio de 2009

Moraguitas de San Juan



Cuando era bastante más joven, en verano, lo que más nos gustaba hacer eran moragas. Era genial desde la preparación hasta el momento en sí del disfrute. Nos reuníamos unos días antes con un café o té y un bizcocho y hacíamos la lista de las cosas a llevar. Siempre empezábamos igual: comida, bebida y útiles. Lo primero y lo segundo siempre lo llevábamos a rajatabla; ahora, con los útiles siempre la fastidiábamos, especialmente la linterna, por lo que había que ir a las cañas a hacer pis a oscuras. Y allá que nos íbamos la tropa al completo al Pryca a comprar.
Lo primero que hacíamos, nada más llegar a la playa, y aún con la luz del día era buscar leña para el fuego. Mientras, otros preparaban la sangría, con mucha frutita, que es muy sana (jaja). Madre mía, qué sangrías nos hacíamos. Cuando veíamos que alguno ya estaba un poco de aquella manera, nos dábamos un baño en el mar y se nos pasaba, y ala, a seguir con la juerga.
Los pinchitos, las costillas, los filetitos metidos en pan, hummm, qué rico, y todo hecho al fuego. Y luego a cantar con la guitarra y a seguir bebiendo: Stand by me, Clavelito, Triste y sola, Every breath you take, La abeja Maya, Mazinger Z... jaja y luego a degenerar. Por entonces, nos acompañaba un amigo, Pelu, que era el alma de la fiesta: se sabía todas las canciones que nos gustaba cantar a las niñas y siempre proponía buenos brindis, por lo que el que estuviera a su lado acababa mal la noche (la sangría es traicionera).
Había algunos juegos que siempre nos gustaban: mamá gallina y la ameba. Este último es un juego de mucho contacto físico: todos nos dábamos la mano en una fila; el primero empezaba a hacer un rollito hasta que quedaba un amasijo de gente y había que hacer lo que mandara el núcleo. Al final, todos por el suelo muertos de risa. Por supuesto otros juegos más clásicos no nos faltaban, como la carrera de caballos y el salto de longitud. Eso sí, todo muy sano y con muy buen rollo, lo más era la sangría y el que fumara cigarrillos. 
No necesitábamos más: buena gente, una guitarra y ganas de divertirse. Cuando la cosa decaía era el momento de darse un paseíto por la playa con el novio: darse un bañito, un besito saladito y... y ya está, que somos mu decentes.
Cuando empezaba a clarear por el horizonte, era el momento del café, el bizcocho y las galletas. Ains qué rico y qué bien sentaba.
Una vez que se hacía de día, a recoger toca. Os aseguro que jamás dejamos rastro de nuestra juerga, tan solo, la basura en los contenedores.
Es una pena que ya no se pueden hacer moragas así. Están prohibidas y son muy perseguidas. De todas formas, creo que no conseguiría aguantar ya la noche entera. 

Y os traigo hoy una cena fría. Se trata de unos bollos (suizos o bollos de leche) horneados con salchichas y queso, con hamburguesa y con chooocooolaaateee. Resultan estupendos para las cenas de verano.
Un beso y felicidades a los Juanes y Juanas. 

8 comentarios:

ReyVindiko dijo...

Será que me hago mayor, pero yo lo que más recuerdo era la vuelta en el autobús, con arena hasta en el alma, la sal pegada a la piel, oliendo a humo y con cara de trasnoche. La gente te miraba con una mezcla de envidia, desprecio, compasión. Y luego lo mejor: ducha y cama y a soñar con los besitos saladitos.

Mirna dijo...

En efecto, te estás haciendo mayor. Yo eso no lo recuerdo tanto... será porque no me iba en el autobús, jajaja. Un besito salado guapo para ti.

Marga dijo...

en mi tiera, los niños nos tirábamos casi un mes casa por casa, pidiendo trastos viejos, con ellos hacíamos una hoguera que se quemaba la noche de San Juan.
Competíamos con otros barrios para ver cual era el que hacía la hoguera más grande y alta, y teníamos hasta que hacer guardias para que no nos "robaran" nada.
A las 10 de la noche, más o menos se empezaba la quema de hogueras, bajábamos todos, padres, abuelos... y nos quedábamos hasta la madrugada viendo como todo nuestro trabajo desaparecía, y planeando cómo iba a ser la del año siguiente.
Gracias Mirna, por traerme estos recuerdos.

Máster en nubes dijo...

Bueno, qué bonito y qué divertido, vamos a preparar la hoguera ya. Nosotros hablamos del "arcón del muerto" en relación a lo que tienes que meter de "comer" (o papear) para empapar lo que vas a beber, Claro está que ahora beben sin comer, y eso no puede ser.

Y lo de los besos saladitos no debe de faltar, el mar hace mucho ;-)

Mirna dijo...

Cuando yo era niña, Marga, hacíamos lo mismo. Lo mejor era el corro que se hacía bailando alrededor de la hoguera. Luego íbamos a mojarnos la cara en el agua del mar para volvernos más guapas. Y de nuevo a la hoguera. Los más atrevidos saltaban cuando quedaban brasas - más de uno tuvo que ir al centro de salud con los pies achicharrados.
Un beso.

Mirna dijo...

Aurora, el otro día escuché a unos jóvenes organizando una fiesta y me quedé espantada. Había alcohol para un regimiento .. de elefantes. No sé si tendrán o no aguante, pero cuando la gente necesita tal cantidad de alcohol corriendo por sus venas es que la cosa está muy mal.
Por cierto me ha gustado mucho el nombre "el arcón del muerto", jajaja. Habrá que hablar con Jesús para hacer una moraguita en Canora, ¿no crees?
Un abrazo, guapísima.

Sinestesia Gastronómica dijo...

jajaja, no sabía que a este tipo de actividad se le llamaba "moraga", es genial. Yo de peque hice una de éstas con unos amigos de mi padre en Fuengirola y me lo pasé pipa, jeje. Bueno, siempre quedarán las barbacoas. Ah, pues ya veo que Aurora quiere montar una; el verano pasado nos montó un picnic en la playa en un periquete "vimos el atardecer", fue espléndido.

Besos

Mirna dijo...

Pues si veraneas en Fuengirola eso está muy cerca de casa. Así que nos montamos entre las tres y organizamos una buena. Un besazo.