domingo, 7 de junio de 2009

La intención es lo que cuenta



Cuando Reyvindiko y yo nos casamos hace ya ..... ¿13 años? ¿o 12? a ver, del 97, ah, vale 12, pues eso, que cuando nos casamos vivíamos en una casita de 57 m2 en un pueblo de la provincia de Málaga, Alhaurín el Grande. Allí estuvimos 5 años más felices que nada. Era una casa muy pequeñita pero que nos llenaba plenamente (y cuando empezaron a aparecer los niños, la llenamos hasta los topes). Allí todo estaba perfectamente claro: yo trabajo, tú trabajas, pues la casa es para los dos (en cuestiones de limpieza, me refiero). Recuerdo especialmente a la vuelta de la luna de miel un día en el que acabábamos de terminar de almorzar y yo me levanté para fregar los cacharros. Entonces, Reyvindiko, como caballero valiente que se ofrece para matar al dragón, me dice: tú eres mi reina y aquí no vas a fregar ni un solo plato. Yo feliz, me volví a sentar pensando en el chollo que me había tocado (habría besado a mi suegra en ese mismo instante). Durante varios días, yo veía cómo mi amorcito, con más o menos ganas, no me dejaba tocar un plato. Al mes ya teníamos lavavajillas.

Cuando nos vinimos a la casa que veis en la foto, que es como dos o tres veces más grande que la anterior, y con mucha más gente viviendo en ella, las cosas cambiaron. Me costó muchísimo tiempo y muchísimos berrinches darme cuenta de que lo primordial no era compartir el mismo trabajo, sino que cada uno tuviera asignadas determinadas tareas. Me explico: esta casa tiene mucho trabajo tanto dentro como fuera, y no se puede estar en todo. Así que lo mejor era que yo me dedicara a la casa de puertas para dentro y él de puertas para fuera. Claro, aún así la cosa no quedaba del todo equilibrada porque en invierno apenas había que hacer cosas fuera, mientras que el ritmo de la casa es el mismo en verano como en invierno.

Bien, pues llegamos a la operación de Reyvindiko que coincide con el comienzo de la temporada de piscina. Es evidente que me tengo que encargar yo. Mi hermano Germán se ofreció con gusto a hacerlo (gracias hermano, te quiero), pero yo, mujer orgullosa que quiere demostrar que soy capaz de manejar la depuradora de la piscina (¡¿?!) pues le digo: No, tú vienes y me explicas cómo funciona. Y allá que nos fuimos a la jungla, yo con mi libreta y mi boli para tomar notas. Me hice hasta un croquis con toda la maquinaria de la dichosa depuradora. Todo lo tenía clarísimamente apuntado. Solo faltaba ponerme manos a la obra.

... Y por fin llegó el momento. Bajo sola a la depuradora. Libreta: repaso las notas y empiezo. Estooo, aquí no me cuadra bien, no estoy segura, a ver si fastidio la máquina con el pastón que cuesta. En fin, al final: ¿podrías venir a ver si lo estoy haciendo bien? Es que no sale agua por donde supuestamente tiene que salir. No sé cuántas veces se ha quedado atascado y ha habido que bajar una y otra vez. Ha sido todo un engorro. Y tengo que decirlo, después de una limpiada de piscina le he dicho a Reyvindiko: Mañana compramos un robot para la piscina. 

Y entre una cosa y otra pues he hecho unos crackers. Estaban muy buenos con un buen paté, y con hummus ya es lo más. Esta receta es de Canelona, una chica que hace unas cosas que quitan el sentío. Son fáciles de hacer y están muy buenos. Tengo que poner la receta, lo sé os lo prometo que mañana la pongo. Ahora voy a ver una película. 
Un beso y feliz semana. 

13 comentarios:

ReyVindiko dijo...

Anda, anda, que yo por lo menos aguanté tres días. Pero me he tenido que reír.

Por más que diga Fito, por la boca muere el pez.

Máster en nubes dijo...

Por Dios, Mirna, no me mentes el tema de la piscina que lo tengo atragantado y yo no tengo marido al que echarle el muerto. En mala hora alquilé una casa con piscina, estoy ofreciendo el oro y el moro al que me la limpie y ponga en marcha. De verdad, te entiendo, es que yo no puedo, y con curro fuera y dos perras y madre, y y y que no. Que la próxima casa con piscina comunitaria o sin piscina, qué inmenso error.

Besos y ya me voy a dormir. Y los crakers me han gustado, mucho.

Aurora

PD: Y luego el fin de vienen todos a disfrutar, eso sí. Pero yo la casa me la como sola durante la semana, ay.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Yo apoyo lo de comprar el robot de la depuradora. Pero no compres un robot para la comida, que entonces sabrá toda a pollo, como en Mátrix.

Judit dijo...

Lo que me he tenido que reir con tu entrada, y eso que estoy de guardia en las trincheras de este nuestro hospital de campaña. Anda que no está dando de sí la convalecencia de Reyvindiko. Si tuviera alguna remota idea de lo que es una depuradora te echaba un cable. Besitos desde la guerra.

Elena dijo...

y el gusto de tomarte unos cracker sentada alos pies de tu piscina,,jjeje eso que yo los meteré en la bañera que es lo que me queda.

Mirna dijo...

Reyvindiko, además no te agobiaste tanto como yo. Pues sí, hay que saber callar a tiempo. Creo que te he hecho justicia, ¿no? Un besazo, guapo.

Master, yo estoy segura de que el que diseñó esos aparatejos tiene una mente misógina vete tú a saber por qué. Quizás su madre lo abandonó. En fin, tendremos que aprender de todo o como bien dices, pasar de las piscinas.

Jesús, tú no te preocupes, que aquí el pollo sabe a pollo y el bacalao a bacalao. Robots de cocina hay muchos pero se usan con cabeza. Un abrazo.

Mirna dijo...

Judit, mucho ánimo, que ya queda poco. Y a ver si nos vemos este fin de semana.

Bueno Elena, si pudieses salvar las distancias no dudes que te los tomabas con los pies en la piscina tú también. Seguro que encuentras algo más atractivo para remojar tus pies.
Un besazo y gracias por el comentario.

Ángeles L. Satorre dijo...

Bueno, bueno, bueno. ¡Menuda odisea!
Realmente te admiro, querida Mirna, sobretodo por hacer el arreglo de la piscina en pleno final de curso, porque de eso no has comentado nada, pero tu y yo sabemos que en estas fechas, cualquier cosa supone un esfuerzo extra. Pensemos que en un mes, podrás estar disfrutando de tu piscina sin pensar en el trabajo y esperemos que con Reyvindiko completamente recuperado y mimándote mucho.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Ay cuñá, tú 12 y yo 15 el viernes que viene! Como aquí hay Corpus, podemos celebrarlo juntos. Por cierto, que conozco yo otros detalles omitidos de la vuelta de la luna de miel (y no tienen nada que ver con lo pícaro, sino con el tema de la "ayuda" en casa). Pero eso queda entre nosotras, como señoras que somos (y tú, Rey, no te me vayas a mosquear,que tú sabes que es una anécdota famosa en la casa de Campo...) Un beso, Raquel.

Mirna dijo...

Ángeles, el tema de la fecha en la que estamos, mejor no tocarlo siquiera. Estoy con un bolsón de exámenes todos los días de la casa al cole, y oye, no baja, al contrario, cada día está más gorda (como yo, ajajaja).
Pero qué le voy a hacer; mi trabajo es importante, y mis hijos aún más. Se tienen que bañar y disfrutar, y ahí estoy yo para limpiar lo que haga falta.
Reyvindiko está mucho mejor. De hecho, el médico hoy le ha dado el alta total, así que la próxima vez, que la limpie él. Ya no me corre prisa el robot.
Un besazo.

Mirna dijo...

Raquel, pues no lo dudes: si estáis por aquí déjame a las niñas, que hacemos felices a un montón de gentecilla.
Por cierto, ¿habremos hablado tú y yo de este tema de la casa? jajaja. Anda, no te quejes que tú también tienes una joya, aunque la bayeta ande sola, jajaja.
Un besazo y gracias por entrar y comentar.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Las bayetas y yo nos llevamos muy mal. Sólo reparo en que existe cuando algo se derrama y entonces busco algo amarillo por la cocina. Un beso.

Mirna dijo...

Jesús, mientras la encuentres y siga siendo amarilla y no camine sola por la cocina, es que todo va bien.
Un besazo.