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lunes, 21 de febrero de 2011

Despertando






Hoy han aparecido las primeras golondrinas. El campo se viste de verde y amarillo. Las higueras empiezan a brotar. Sin embargo, mi almendro acaba de florecer.
Febrerillo el loco nos deja respirar una brisa cálida anticipándonos lo que vendrá en breve.
Y todo esto con Candela iluminándolo todo de día y de noche.

jueves, 30 de julio de 2009

Bailando con... golondrinas




Vivir en el campo, para mí, urbanita de toda la vida, tiene más ventajas que inconvenientes. La tranquilidad, la ausencia de vecinos, ruidos, coches, humos, olor a basura, cucarachas (muy importante), y un largo etcétera, han hecho que mejore, y mucho, mi calidad de vida.
Que estoy muy sola, cierto; que la casa y sus alrededores tienen mucho trabajo, cierto; que a todas horas hay problemas técnicos de averías, cierto. Pero aún así, me compensa y me recompensa esta vida.
La fauna que puebla los alrededores de mi casa es muy variada: arañas de varios tamaños, ciempiés, insectos varios, ratones, ratas (no son frecuentes pero a veces suben), lagartos, lagartijas, camaleones, culebras, salamanquesas; mamíferos comunes, como perros y gatos, que vienen a ver lo que pillan, erizos, zorros (vive una pareja cerca de casa), conejos y liebres. Pero lo que más me gustan son las aves. Como se sienten seguras, anidan cerca de casa las perdices y es muy bonito verlas en primavera con una tropilla de veinte perdigones. También hay cuervos, mochuelos, búhos y lechuzas, patos, gorriones, mirlos, verderones, jilgueros y muchos más que no recuerdo y otros cuyos nombres no conozco. Luego, dependiendo de la estación del año, vienen por aquí aves migratorias. Ahora mismo, en verano, tenemos los abejarucos, que tienen un colorido precioso, y claro, como no, siguen por aquí los vencejos y las golondrinas.
Las golondrinas, ah las golondrinas. Me encantan. Para mí hay algunos animales que me parecen sagrados, y en especial las golondrinas y los delfines entran en este grupo. Son tan curiosas y juguetonas. Les gusta mucho remojarse en la piscina y es para verlas, con qué agilidad lo hacen. Además no les importa que se estén bañando los niños; no se cortan una pluma. Les gusta el agua, y lo mejor para el calor pues es darse un remojón. La otra tarde estaba yo regando, y cuando alejaba el chorro de agua, aprovechaban para pasar por él y refrescarse.

Son unas compañeras de piscina excelentes, aunque claro, a veces cae alguna al agua y no consigue salir. Siempre me da lástima cuando se van en otoño, se echan de menos.

Y bueno, como ya he dicho, el campo tiene sus inconvenientes. Sin ir más lejos, el otro día preparé una tarta sácher para el santo de Yago, y ya veis, vinieron los marditos roedores. Menos mal que eran de mazapán y estaban riquísimos.